Carrera "CARABOBO".- La antigua calle de EL PRADO, de los buenos tiempos coloniales, abierta entre las de Colombia y Maturín, fue llamada más tarde CARABOBO, y no hace muchos años rebautizada con el de "PASEO BENJAMÍN HERRERA". Este último nombre no prosperó o no caló en la conciencia popular y hoy está poco menos que olvidado. Esta carrera es una de las de mayor longitud, pues atraviesa la ciudad de sur a norte, desde el puente de Guayaquil hasta Moravia, en donde sigue la carretera hacia diferentes pueblos del Departamento. Es, en consecuencia, una de las arterias de mayor importancia en Medellín.
Se le dio el nombre de Carabobo, en recuerdo del lugar, situado en territorio venezolano, donde fueron libradas de grandes batallas durante la guerra de independencia, ambas de resultado favorable para las armas liberadoras; la primera, el día 26 de mayo de 1813, en que el comandante Cajigal, Jefe del ejército realista, fue vencido por el del Libertador Simón Bolívar, con el concurso de Ribas y otros notables Jefes; la segunda, llamada el WATERLOO DE COLOMBIA, el día 24 de junio de 1821. En esa fecha, el mismo Libertador, con Páez, Cedeño y otros, obtuvo una espléndida victoria al derrotar al General español Latorre y alcanzar la libertad de la hermana República de Venezuela, parte integrante de la GRAN COLOMBIA.
La carrera Carabobo, que lleva el número 52, entre otros edificios notables, tiene el del Palacio Nacional, entre Pichincha y Ayacucho, y el del Palacio Municipal, entre Calibío y Avenida De Greiff.
NUESTRA SEÑORA DE LAS FLORES
SIQUIERA SE MURIERON LOS ABUELOS
NUESTRA SEÑORA DEL PAISAJE
CUENTO DE MAR
CUENTO DE MAR
Es un hecho perceptible en cada uno de sus versos, que la poesía de Jorge Robledo Ortiz tiene una inconmovible línea de eternidad. Porque está ella amasada de elementos de indestructible vigencia, como lo son el alto amor, la siempre renovada faz de su tatuada tierra, el espíritu de un pueblo, la afilada luz, una reedición de nubes y la conmovedora fe en los lineamientos fortaleza y arquitectura de la bondad.
En y con la magia de sus versos, el poeta colombiano nacido en cualesquiera de los centenares de años que lleva Santa Fe de Antioquia, - la de la mansa aristocracia, - abroquelada en la historia de la nación, signa e imprimé en los elementos minerales y vegetales el calor vital, la incesante sangre, la sal y una ardida emoción, y hasta envuelve a aquéllos con la hipersensible epidermis humana. Y alienta la prodigiosa mutación al dar al Hombre nuevas dimensiones, al fijarlo en la crónica de sus emociones con un ancho basamento mineral y con la hierática solemnidad vegetal del roble.
Malabarista de adjetivos, Jorge Robledo Ortiz hace en cada uno de sus poemas fabuloso "meeting" de metáforas, y es cada una de sus palabras parte fundamental de la piel multicolor qua los envuelve. No sacrifica un mundo para pulir un verso. Hace que un mundo resida y palpite en cada verso....
Honestamente, SONOLUX considera este álbum como imponderable aporte a la cultura nacional y, a la vez, medalla viva llamada necesariamente a condecorar multitud de discotecas. La depurada belleza de la obra poética de Robledo Ortiz exigía tácitamente un intérprete de las inconmensurables cualidades de Juan Caballero, quien con su rotunda y varonil voz es sabio en conducir por las rutas de la emoción estos versos, buscándoles sus más recónditas vetas. Y dando aún más linaje a esta espléndida realización fonográfica, SONOLUX confió certeramente los necesarios márgenes musicales al Maestro Jaime Llano González, el más consagrado artista colombiano en su género, quien ha sabido rubricar con su música, la música misma que es la poesía de Jorge Robledo ...
Nota: Gabriel Cuartas Franco
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