La Música Popular en Antioquia.(23)
Hernán
Restrepo Duque.
Dijeron después que decían que no era esa la mejor de las
agrupaciones antioqueñas de su género, la que viajó a los Estados Unidos. Que
la superaba, aseguran, la Lira Unión, que Tomás Márquez elogiaba en 1914, y que
integraron: Horacio Valencia, Juan Álvarez, Gabriel y Alfonso Vieco, y dos de
los de la otra: Eusebio Ochoa y Nicolás Torres. Pero eso, se supone, fue
después, cuando regresaron, resolvieron quedarse en Medellín algunos y Fernando
Córdoba se fue hacia el sur del continente con otros compañeros, en 1912, para
quedarse en Chile y fallecer cuando aún participaba del oficio musical.
Es de justicia hacer recuerdo de otros duetos y cantantes
que no tuvieron acceso al disco pero que hicieron historia. Germán Benítez
Barón (1860-1948) y el bogotano Clímaco Vergara (1850-1927), extraordinarios
compositores también ambos, como que del segundo parece ser la música del
bambuco "Las Mirlas".
Amarga Navidad
Cuando nadie te quiera
Échame a mí la culpa
La flor de la canela
Nuestros amigos
Paloma sin nido
Que si te quiero, júralo
Sufriendo a solas
Te parto el alma
Tres cachetadas
Y...ya
Ya me olvide de ti
ECHAME AMI LA CULPA
LA FLOR DE LA CANELA
TE PARTO EL ALMA
El nombre de la Tariácuri está indisublemente ligado con
la música ranchera. En ella, el más mexicano de los géneros musicales ha
encontrado su voz más vibrante y verdadera. Cada uno de los acordes de esta
privilegiada voz es un dardo que penetra en el corazón del oyente con la fuerza
de un bólido. Y las canciones que canta las cantan otras cantantes rancheras,
sólo que ella tiene la voz y la vitalidad que colocan a un artista entre la
élite de los favoritos del público.
Los que han tenido oportunidad de escucharla en el teatro
o la televisión, habrán podido comprobar la intensidad emocional con que siente
la música y letra de cada canción. Algunos han criticado la entrega total de
Amalia a la música que canta, y señalan como resultado negativo de ella su
falta de aparente compostura y sobriedad interpretativa. Pero los que han
sucumbido al influjo de su fuerza artística, pueden constatar lo poco que esto
importa frente al desbordante torrente sentimental que emana de su voz, voz que
para todos los países de América simboliza, el fuego inagotable de nuestra
música ranchera.
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