sábado, 26 de enero de 2013

AMALIA MENDOZA -La Tariacuri

Interior del Palacio Municipal (hoy Museo de Antioquia) en 1938
Autor: Melitón Rodríguez Márquez
© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina.

 La Música Popular en Antioquia.(23)
                                       Hernán Restrepo Duque.
Dijeron después que decían que no era esa la mejor de las agrupaciones antioqueñas de su género, la que viajó a los Estados Unidos. Que la superaba, aseguran, la Lira Unión, que Tomás Márquez elogiaba en 1914, y que integraron: Horacio Valencia, Juan Álvarez, Gabriel y Alfonso Vieco, y dos de los de la otra: Eusebio Ochoa y Nicolás Torres. Pero eso, se supone, fue después, cuando regresaron, resolvieron quedarse en Medellín algunos y Fernando Córdoba se fue hacia el sur del continente con otros compañeros, en 1912, para quedarse en Chile y fallecer cuando aún participaba del oficio musical.
Es de justicia hacer recuerdo de otros duetos y cantantes que no tuvieron acceso al disco pero que hicieron historia. Germán Benítez Barón (1860-1948) y el bogotano Clímaco Vergara (1850-1927), extraordinarios compositores también ambos, como que del segundo parece ser la música del bambuco "Las Mirlas".

Amarga Navidad
Cuando nadie te quiera
Échame a mí la culpa
La flor de la canela
Nuestros amigos
Paloma sin nido
Que si te quiero, júralo
Sufriendo a solas
Te parto el alma
Tres cachetadas
Y...ya
Ya me olvide de ti

ECHAME AMI LA CULPA

LA FLOR DE LA CANELA

TE PARTO EL ALMA

El nombre de la Tariácuri está indisublemente ligado con la música ranchera. En ella, el más mexicano de los géneros musicales ha encontrado su voz más vibrante y verdadera. Cada uno de los acordes de esta privilegiada voz es un dardo que penetra en el corazón del oyente con la fuerza de un bólido. Y las canciones que canta las cantan otras cantantes rancheras, sólo que ella tiene la voz y la vitalidad que colocan a un artista entre la élite de los favoritos del público.

Los que han tenido oportunidad de escucharla en el teatro o la televisión, habrán podido comprobar la intensidad emocional con que siente la música y letra de cada canción. Algunos han criticado la entrega total de Amalia a la música que canta, y señalan como resultado negativo de ella su falta de aparente compostura y sobriedad interpretativa. Pero los que han sucumbido al influjo de su fuerza artística, pueden constatar lo poco que esto importa frente al desbordante torrente sentimental que emana de su voz, voz que para todos los países de América simboliza, el fuego inagotable de nuestra música ranchera.


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