jueves, 3 de enero de 2013

FELIPE PIRELA - Exitos Monumentales

Puente de Carabobo en 1898
Autor: Paulo Emilio Restrepo
© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina.
La Música Popular en Antioquia.(6)
                                       Hernán Restrepo Duque.
Más adelante y en ocasión de referirse a una fiesta religiosa, hace notar que sus ritos, plegarias y músicas: "... A la Nueva Granada las trajeron los primeros pobladores; y, si en los lugares reducidos de Cundinamarca, entraron en estas ceremonias modalidades y remembranzas indígenas, en los centros mineros del Nordeste de Antioquia, se les mezcló el África en todos los caracteres de su barbarie. Es fama que en Zaragoza y en Remedios, por la fuerza y mayoría del número, eran esas ceremonias seudo-religiosas otras tantas meriendas de negros; unos carnavales más del Congo y de Angola que del lugar más atrasado de la Madre Patria. Esta influencia africana como se sabe y se desprende de estos cronicones ordinarios, desfiguró un poco el escaso sentido teológico que por estos rincones tuvieran unos cuantos. En Yolombó, acaso por sus caciques medio alcurniados, no dominó el africanismo en estas manifestaciones sacramentales".
1.            Amor Ciego (02:49)
2.            Entre tu amor y mi amor (03:04)
3.            La pared (02:43)
4.            Lo siento por ti (02:19)
5.            Ninguna (02:24)
6.            Que falta que me haces (02:57)
7.            Retirada (02:50)
8.            Ríete ahora (02:41)
9.            Tienes que quererme (03:26)
10.          Vieja carta (02:32)
11.          Voy (02:28)
12.          Y todavía te quiero.mp3 (02:37)


LO SIENTO POR TI


ENTRE TU AMOR Y MI AMOR


AMOR CIEGO


40 años de la muerte de Felipe Pirela, una voz que no se olvida
El Heraldo (Ag 4 de 2012)

Quisiera abrir lentamente mis venas
mi sangre toda verterla a tus pies
para poderte demostrar
que más no puedo amar
y entonces morir después…
Asesinado a tiros –en hechos confusos que hoy, 40 años después, aún son materia de discusión y de alucinadas conjeturas– acabó la vida de Felipe Pirela, El Bolerista de América.
Era la madrugada del 2 de julio de 1972. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos, a pocos metros del concurrido bar El Molino Rojo, de San Juan, Puerto Rico, donde una hora antes Pirela había deleitado a los concurrentes con hermosos boleros entonados con su voz de ruiseñor.
El homicida, quien sería capturado y condenado después, disparó cinco veces. De esos tres disparos, cuatro hicieron blanco en el cantante: tres en el pecho y uno en el corazón.
Felipe Pirela murió como no tenía que morir: demasiado joven, en la plenitud de su carrera, lejos de su país, Venezuela, y de la manera más deplorable. Le faltaban dos meses y dos días para festejar su cumpleaños número 32.
Había partido de su país con una honda depresión tras el divorcio de su joven esposa Mariel Montiel.
Fue ciertamente poco tiempo el que vivió Pirela. Sin embargo, le alcanzó para dejar una extensa obra discográfica que prevalece no solo en los catálogos, sino en el corazón de su densa masa de seguidores: grabó 33 LP, nueve con acompañamiento de orquestas y 24 como solista.
Sombras nada más, Únicamente tú’, Por la vuelta, El malquerido, Para qué recordar, Quién tiene tu amor, Entre tu amor y mi amor, Desvelo de amor, Pobre del pobre, Tristeza marina, Locura, locura, Tu camino y el mío, y Cuando estemos viejos son solo algunos de los títulos de las canciones que hoy gozan del calificativo de clásicas de Pirela, aunque él no compuso ninguna de ellas.
Venezuela, su país de origen, lo mantiene vivo en los recuerdos, al igual que los países que conforman el sólido bloque de Latinoamérica, donde su canto edificó un imperio que jamás le permitirá ser desterrado al aborrecible reino del olvido.
Su voz melodiosa, arrulladora, marcó a su generación en una época en que el bolero estaba en su esplendor, y había cantantes de elevado nivel a por montón. Su estilo lo hizo sobresalir entre los grandes. Con la Billo's Caracas Boys o en calidad de solista, Pirela supo mantener su estatus de bolerista inacabable.
Y sin embargo tus ojos azules
azul que tienen el cielo y el mar
viven cerrados para mí
sin ver que estoy aquí muriendo
en mi soledad
Por Fausto Pérez Villarreal

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