En los casos en que, por circunstancias especiales, el carro no pueda parar en una esquina, el paradero será el lugar más inmediato señalado con rojo. Para que el carro pare, es necesario que se le dé el aviso correspondiente al motorista poco antes de llegar el carro al paradero.
Amanecí en tus brazos
Amarga navidad
Ella
La enorme distancia
La mano de dios
La noche de mi mal
Llegando a ti
Pa todo el año
Para morir iguales
Retirada
Tu recuerdo y yo
Yo
____
ELLA
LA NOCHE DE MI MAL
PARA MORIR IGUALES
UN GOZON SOBRADOR
Con cierta frecuencia, en la alta noche, mi compadre Antonio Galezo regresaba a su casa del barrio La Granja con el tocadiscos en el hombro derecho y una bolsa de discos en la mano izquierda. Ya había tocado, gratis, en algún baile del profundo sur. Los gallos cantaban en los caballetes de las casas de palma. Dos o tres amigos, prácticamente del mismo culto, lo acompañaban. Amanecía hacia el domingo y la calle estaba sola. Mi compadre Galezo, hombre alto de pómulos fuertes, tocaba la puerta y esperaba. Sus compañeros orinaban contra los postes de la luz. Al rato, frotándose los ojos, la comadre abría. Los hombres sacaban las mecedoras. Mientras, el dueño de la casa cuadraba el tocadiscos sobre la mesita de la sala; luego, seleccionaba los discos de siempre. En la primera carátula un hombre joven, de corbatín, peinado a la perfección, con bigote recortado, lanzaba una mirada entre carnicera y seductora. La misma mirada que le abrió piernas, corazones y suspiros en todos los países de Am
Lo primero que mi compadre dejaba rodar era esa joya de defensa de la individualidad que se llama Yo vivo mi vida. Allí, a esa hora, empezaba el recital. El inquieto anacobero se apoderaba de todo, era el mandón del universo resumido en una cuadra. Y sin apelación, con su voz de burdo metal, se pasaba por todo el espectro de las pasiones humanas. Bacán borinqueño Mi compadre, entonces, comenzaba su perorata y contaba anécdotas y proporcionaba informaciones hasta esa hora desconocidas. Era y es un experto en Daniel. Y lo hacía con tanta intensidad doctrinaria que uno no dudaba en aceptar que su admiración por El Jefe pertenecía más al cielo que a la Tierra. Y cualquier pregunta la respondía. Y cualquier duda la disipaba. El viejo Daniel era un bacán que no tenía pierde. Y el borinqueño no era solo una referencia musical. Era parte insustituible de esa vida. Así, un tipo bautizado como Daniel Doroteo Santos Betancur, había salido de su barrio de Tres Talleres, en San Juan, para meterse en el alma buscona, nostálgica y sandunguera de esos hombres que en una madrugada de los finales de los sesenta, sentados bajo el rocío, oían su canto y miraban a los primeros areneros que con la lata al hombro iban a descifrar el subsuelo generoso del río.
Porque don Daniel Santos tenía de todo y para todos. Si la cosa era para darle al bailongo tenía, por ejemplo, El Tíbiri Tábara, El ajiaco o El mambo universal o cualquier guaracha; si la cosa era con esa discutible geografía de sentimientos que se llama patria, allí estaba Lamento borincano o Serenata campesina; o si el problema era de amor, ese viejo alcahuete de la vida, había para consumo inmediato Dos gardenias, Linda, Se me olvidó tu nombre. Ya fuera con la Sonora o con la orquesta del maestro Pedro Flórez.
Lo de Daniel, como se nota, era y es toda una cultura. Un cantante que se incluyó en la sangre de los hombres de estos trópicos, que llegó a sus más hondas tristezas o que los condujo al baile y a la alegría cuando se venía de mambo y guaracha. Lo corajudo, lo sensual y lo viril lo llevó al macho latinoamericano. Lo sentimental y lo acuoso lo conectó con el adolorido y el despechado, ya fuera en El Palmar, Guayaquil y el Barrio Chino. El man Daniel estaba en todo. Por donde metieras el corazón te encontrabas con él. Olfato político Aunque a alguien le parezca extraño, para lo político el hombre también tenía olfato. Aspiró siempre a la independencia de su Puerto Rico del alma. Fue un independentista sin titubeos. Sin embargo, su opción libertaria no le impidió vivir su vida a su manera, como él la quería, como él la entendía. Con estilo propio, fue un hombre de la noche, del cabaret, de la taberna, de la seducción, la transgresión y la camorra. Pasaba con facilidad de un juramento de amor a una trifulca de cantina. Tuvo el carácter erizado y la libido siempre disponible. Sin pistolas, era el bravo. Por eso la gente del arrabal que hallaba en su canto un mecanismo de compensación para afrontar la dureza de la vida, lo idolatraba sin discusión. El viejo Daniel era el Jefe y lo que él decía era lo último. Superior al borinqueño, Dios.
Su paisano, el escritor Luis Rafael Sánchez, publicó después de un recio trabajo de investigación en 1989, un libro mestizo que, a lo Wilde, tituló: La importancia de llamarse Daniel Santos. Allí, en prosa de magnífico alcance mundano y poético, traza un retrato válido, vivo y delicioso del cantante. A los danielófilos, gente no de la vieja guardia sino de la guardia dura, vale la pena recomendarlo. Se puede oír su voz y leer su historia. Combinar libro y música, aunque es una mezcla explosiva, puede resultar una interesante experiencia.
La madrugada de que hablé al principio de esta crónica está bien lejos en el tiempo. Los areneros ya no pasan por esa calle. Mi compadre Galezo ya reemplazó el tocadiscos. Ahora un moderno equipo de sonido cumple a cabalidad su papel. Ciertos sábados, cuando la noche es alta, se oye la voz del Jefe diciendo que en el juego de la vida juega el grande y juega el chico, juega el blanco y juega el negro, juega el pobre y juega el rico , y mi compadre retorna a los años idos. Hoy bebe menos alcohol, fuma menos, pero padece con más ahínco los recuerdos. Y los sufre con más fuerza desde ayer cuando se enteró de que el tipo ya es materia de eternidad. Cantor doble en los predios de la gloria. .
Publicación eltiempo.com
Sección Otros
Fecha de publicación 3 de enero de 1993
Autor JOSE LUIS GARCES GONZALEZ
ESTE ES UN EXTRAORDINARIO ALBUN DE COLECCION QUISIERA SABER COM DESCARGARLO MIL GRACIAS POR SU ATENCION
ResponderEliminarCómo se puede descargar la música en su página. La música es fabulosa para los coleccionistas.
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