jueves, 7 de octubre de 2010

AQUELLAS CANCIONES - Las Canciones de la casita Aquella Vol.1


Sala de residencia en 1915. Medellín.





LADO 1
DESDE QUE TE MARCHASTE – Pasillo G. Venegas Llovera GUILLERMO VENEGAS con el Conjunto da Luis Herrara
 LLORO EL GAUCHO – Tango  D. R. de A.  ORQUESTA TIPICA VICTOR Cantan: Gómez-Vila
CONSUELO AMARGO
MORENA MIA  Armando Villarreal BRICEÑO Y AÑEZ
 MONTE, VALLE Y SIERRA  V. Sanclemente - Orlando Urruspuru GOMEZ-VILA con Guitarras
 LA TAPERA  Sergio Sosa - Osvaldo Donato EDGARDO DONATO Y SUS MUCHACHOS Canta: Luis Gutiérrez

RIENDO Y LLORANDO  D. R. de A. MARINA Y SARANDI
ALLA EN LA SIERRA  J. C. Patrón - Froilán Aguilar GOMEZ-VILA
 LO QUE SERIA UN NIDO D. R. de A.  PERONET E IZURIETA con Los Románticos Gauchos
 PERFUME GAUCHO  A. Pelaia - D. Pelle FRANCISCO LOMUTO y su Orquesta Típica Canta: Fernando Diaz
FLORES Y ESTRELLAS D. R. de A. ESTUDIANTINA COLOMBIANA Canta: Nano Rodrigo
LA PALOMITA  Los Cuatro Huasos LOS CUATRO HUASOS con Guitarras





ALLA EN LA SIERRA


LA PALOMITA


PERFUME GAUCHO



Ocurrió una tarde de vacaciones, y en una de esas pol¬vosas carreteras antiguas de Antioquia, en donde los años hi¬cieron un alto y el ambiente ofrece todavía el cordial calor de la arriería, y las piedras cuentan cuentos de ayeres extinguidos.

Un poco más allá del camino, calculen ustedes dos o tres cuadras, una casa pequeña, pintada de un blanco añejo y desteñido, y, aparentemente, abandonada. La típica casa de nuestras veredas, con amplios corredores que evocan la anima¬ción de las noches navideñas y que son como una permanente invitación al descanso y a la filosofía elemental que inspiran los días de campo.

Hasta ella nos llegamos para comprobar que, efectiva, mente, se trataba de un lugar abandonado.0

Espesa capa de polvo sobre los muebles en desorden. Ex-muebles más bien.

Y un antiguo gramófono, mudo y paralítico, cerca a una colección de discos, igualmente empolvados pero en probable buen estado.

Cómo pudo sobrevivir aquel escenario durante días, meses, tal vez años?

Revisamos los discos.

Y encontramos una boleta. Una ingenua carta de amor. El comprobante de cancelación de un romance que allí, en las dos alcobas tibias y ventiladas por la ventana coqueta, bajo el alero de su viejo corredor, tuvo lugar.

Si. Sin duda alguna estábamos en el escenario de un cuento sentimental.

Y resolvimos, entonces, aprovechar los discos en un long play.

Precisamente el que tienen ustedes en la mano.

Canciones antiguas, todas.

Algunas estuvieron de moda hace muchos años. Y animaron, posiblemente, muchos romances como éste. Son, casi en su totalidad, melodías que vivieron su apogeo en los años treinta o un poco antes. De las que embebían a nuestros padres y abuelos, y a nosotros mismos quizás, en la infancia o en la pubertad, durante las veladas familiares que tenían lugar cuando aún el gramófono o la victrola ocupaban el sitio que ahora tiene el televisor. O la radiola.

Y como simple curiosidad, adjuntamos la carta hallada entre los discos, en la casita aquella.

Dice así:

"Generala de mis ejércitos vencidos:

"Hoy me voy, definitivamente. Sé ahora, con seguridad absoluta, que no volverás nunca a mi lado. Que se apagó el fuego que alentaste para mí en estos cortos días que sucedieron a nuestro raro encuentro.

"Ni me extraña, ni esperé otra cosa de tu manera loca de quererme siempre. Nuestro cariño, el de ayer, el de hace años, el que apaciguamos con la certeza de que no cabía en el estrecho marco de nuestra irrazonable impaciencia, tenía que ser así. Y debía, por fuerza que provocar esta nueva ruptura sin explicaciones, sin besos de adiós y sin punto final.

"Con puntos suspensivos, apenas!

"Sé también, sin embargo, que pasarás de nuevo por aquí algún día. Y que querrás reconstruir un minuto por lo menos, de nuestra deliciosa aventura. Para eso, para que ello te sea posible. Dejo, intactos, los discos que escuchamos mientras los la¬bios, apretados los tuyos contra los míos, saboreaban el presen¬timiento amargo de la conclusión que esperaba a nuestra amo¬rosa huida.

"Para que otra vez estés conmigo, los dejo a ellos. Y los envidio. Y los recordaré toda la vida.

"Ni te firmo siquiera. Así como sabias lo que iba a ocurrir, sabes de quién son estas líneas".

Los discos cuyas matrices aún no estaban en nuestro poder nos sirvieron para encontrar la referencia y localizarlos en los viejos archivos de la RCA Víctor. Anotamos todos los títulos, cuidadosamente y se nos ocurrió que proporcionaban un programa amable de viejas melodías de sabor romántico que en¬tenderían plenamente todos aquellos que aún tienen corazón.

Y dejamos allá, en la casita aquella de la vereda lejana, los discos antiguos.

Y allá deben estar.

Esperando.
Selección y Notas - menos la carta - de
HERNAN RESTREPO D.

1 comentario:

  1. Hermosa y mas que hermosa fue mi juventud, hoy vuelvo a leer esa cartica y mis lagrimas vuelven a brotar, he buscado y no he podido encontrar la vieja casita aquella, donde seguramente duermen los viejos discos.

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