domingo, 5 de diciembre de 2010

JOHNNY ALBINO Y SU TRIO SAN JUAN - Alegre Navidad


Tradicional desfile de Mitos y Leyendas. Medellin.


Alegrías de Navidad
Nuestra Navidad
Merengue Navideño
Amor Jibaro
Ramos de Alegría
Felices Pascuas
Prepárese mi compadre
Navidad
Merengue de mi novia
Borracho no vale
Ni pies ni pisa
Puertas por las ventanas




BORRACHO NO VALE


PUERTAS POR LAS VENTANAS


AMOR JIBARO



El guitarrista y cantante Johnny Albino (Juan Antonio Albino) nació el 19 de diciembre de 1917, en Guayama, Puerto Rico. Fue durante una temporada con el Ejército de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial donde Albino comenzó a dedicarse a la música, formando un cuarteto y cantando eventos patrocinados por USO-compañeros de servicio. A finales de  los años 40, Albino se había trasladado a Nueva York, donde actuó con regularidad como parte del Trío San Juan (que también incluía a miembros Jaime González, primera guitarra, y José Ramón Ortiz, segunda voz).El estilo del grupo, su buen ritmo demostró ser un éxito con audiencias en todo el mundo, ya que pronto comenzó a tocar en todo el mundo - el Caribe, América del Sur, América Central, Rusia, Egipto, Grecia, Turquía, Europa y Japón. Albino se había registrado un par de álbumes con la vocalista Eydie Gorme, y toco por uno de tiempo en todas las bandas de América, Trío Los Panchos desde 1958 hasta 1968, y apareció en programas de televisión con Johnny Carson y Ed Sullivan, y actuó junto a figuras como de Frank Sinatra , Sammy Davis Jr., Xavier Cugat , Nat King "Cole", y Steve Lawrence. Albino ha aparecido en numerosos discos en los últimos años, incluyendo un buen número de álbumes en solitario, incluyendo títulos como Johnny Albino Y Su Trio , El Magnífico, Consejo de Madre , y La Voz de los Panchos entre otros.

Medellín, una fiesta de espantos y tradición

Desde hace 36 años La Madremonte, La Cabellona, el Cura sin Cabeza, el Mohán, entre muchos otros, se dan cita el 7 de diciembre, a partir de las 7:00 p.m., en el centro de la ciudad, para alegrar a medellinenses y turistas.. Las historias de terror de antes se convirtieron en toda una celebración.

Los abuelos padecieron las angustias de que los “aparecidos” se cruzaran por sus caminos y les hicieran pasar sus buenos sustos, claro, si esto sucedía, era porque no se habían portado bien y esa la pena que tenían que pagar por haber traicionado a sus esposas o por haberse bebido el dinero del mercado. Lo que antes mataba de miedo a los campesinos, ahora es motivo de fiesta y diversión en las calles de la ciudad. Esto tiene su explicación.

El 8 de diciembre de 1974, el director de la Oficina de Turismo, Eugenio García Vélez, inició el desfile de mitos y leyendas, con el objetivo de proyectar nacional e internacionalmente la bella villa. Para esto convocó previamente a los grupos folklóricos antioqueños, quienes entusiasmados comenzaron a preparar comparsas, disfraces y carrozas.

El evento hizo parte la inauguración del programa “Sinfonía de Luces” con el que Empresas Públicas de Medellín encendió oficialmente el alumbrando navideño en esa oportunidad.

Desde entonces y sólo con algunas interrupciones el desfile de mitos y leyendas se ha convertido en la celebración que marca el inicio de las festividades decembrinas en la ciudad, con la participación de 46 grupos artísticos.

En la actualidad, el aspecto que llama la atención cuál es la razón para que estos personajes del terror se hayan convertido en una forma de diversión para los antioqueños, teniendo en cuenta que están basados en los miedos con los que crecieron nuestros abuelos.

Para comprender un poco este punto, sugiere la psicóloga María Orfaley Ortiz, echar un vistazo al origen de los mitos, que según José Ignacio Duque, en su libro Antioquia, sus mitos y leyendas, “(...) Los mitos son tan antiguos como la humanidad, se dice en Colombia que es Antioquia la tierra de los mitos o leyendas. Esto no es exacto porque los mitos hay en todas partes. Es decir, que en Colombia hay mitos dejados por los españoles, mitos introducidos por los esclavos africanos y mitos auténticamente nuestros”.

Por ejemplo: el mito de La Madremonte es universal, pero en Antioquia esta historia fue recreada con elementos de la imaginación paisa. Lo mismo sucede con la Patasola, La Llorona y el Charamusquín, entre otros.

Las costumbres y los miedos se van transformando con el paso del tiempo, adquieren matices distintos, aunque en esencia sean los mismos con diferente presentación. Su función siempre será la de explicar fenómenos que no se conocen de cerca pero que están presentes en el entorno o hacer el papel de guardianes o custodios del buen obrar. De ahí que los espantos se le aparecían a quien se había portado mal, anota la doctora Ortiz.

El hombre actual puede ahora reír en un desfile de mitos y leyendas porque sólo está recordando temores ajenos a él y los ve muy lejanos de su cotidianidad, en parte porque aprendió a aceptar que los vengadores de su conducta están dentro de él mismo y también porque la cultura tiene cierta libertad para expresarse que hace innecesarios los mitos, como la libertad para ejercer la sexualidad y la informalidad en el comportamiento.

En la actualidad, los miedos del hombre son de carácter futurista. Tal vez si apareciera un platillo volador o se aproximara una invasión extraterrestre, sería una buena razón para atemorizarse. Quizá en unos años esto también sea una razón para la risa y la celebración.

Definitivamente, los personajes que salen el 7 de diciembre no son aquellas atemorizantes figuras de antaño. Estos personajes desfilan, y adquieren los elementos que a los ojos del espectador de nuestra época se vuelven más llamativos e importantes. Muchas de las brujas y los diabólicos personajes, no sólo exhiben su simpatía, exhiben su cuerpo, adquieren un marcado toque erótico que pone en entredicho el miedo y lo transforma en seducción.

Acompañando las máscaras de narices largas y encorvadas, de ojos hundidos y grandes ojeras, aparecen cuerpos esbeltos, con exóticos e insinuantes movimientos, vestidos ceñidos que demarcan la figura de la bruja, de las diablas, de los duendes, etc. El espectador presencia un acto que pone a sus primitivos miedos encarnados en personajes que quieren seguir presentes, pero adoptando la seducción como señuelo, como aquello que atrae las miradas y el deseo, más no el miedo.

El Colombiano


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