domingo, 22 de marzo de 2015

LEONOR GONZALEZ MINA -La Negra Grande de Colombia -Cantos de mi tierra y de mi Raza


Incendio en el costado norte del Parque de Berrío el 27 de marzo de 1916

Autor: Benjamín de la Calle.

© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina.


LADO 1 
1 - EL PESCADOR José Barros  y Orquesta de Juancho Vargas
2 - ANGELITOS NEGROS  A. Eloy Blanco - M. Alvares Maciste y Orquesta de Juancho Vargas
3 - PAJARO QUE DEJA EL NIDO Juan Fco. Mina  y Orquesta da Juancho Vargas
4 - MURIO LA REINA  Rafael Hernández y Orquesta da Iván Uribe
5 - CANOA RANCHADA Del Folclore  y Orquesta da Juancho Vargas
6 – NEGRO  Nelson Estupiñán - Bass - T. García Pérez y Orquesta da Juancho Vargas.

LADO 2 
1 - A LA MINA  Esteban Cabezas y Orquesta da Juancho Vargas      
2. CANCION DEL BOGA AUSENTE  Candelario Obesso - Esteban Cabezas  y Conjunto do Iván Uribe         
3 - TIO GUACHUPECITO Altero Agualimpia y Conjunto de Iván Uribe           
4 - BEREJU CURRULA  Helcias M. Góngora - Esteban Cabezas y Orquesta de Juancho Vargas       
5 - EL REY DEL RIO  Rubén Castro Torrijos y Orquesta de Juancho Vargas.



EL PESCADOR


CANOA RANCHADA


A LA MINA


Fue en París, en el mes de junio de 1958, donde y cuando nació Leonor González Mina, una de las cantantes más extraordinarias de Colombia en todos los tiempos, como tal.
Leonor González era una de las integrantes del grupo "Folclore Colombiano”, creado por Manuel Zapata Olivada con su hermana Dalia como principal bailarina. Andaban en una gira de divulgación de los cantos y de los bailes negros de Colombia. Y esa noche iniciaban temporada en al teatro Olimpia, en donde al día antes terminaba un ciclo triunfal ese milagro parisino que se llamó Edith Piaff.

Leonor González era bailarina, paro fue requerida como cantante para llenar un bache. Y su triunfo fue de tal naturaleza que así, cantante, y cantante de superiorísima calidad, voz afiebrada de su raza negra, se quedó Leonor González.


El grupo siguió actuando por las principales ciudades de Europa. Fue a Moscú. Cantó en el teatro Gorki. Y entusiasmó a los chinos de Pekín con sus melodías colombianas, extrañas, poseídas de un ritmo apasionado, amargoso, que evocaba viejos tiempos de esclavitud y de dolor racial.

El triunfo de Leonor González no fue accidental. Ni puede decirse de ella que salió cantante, así de improviso, porque se requirieron sus servicios. No. Ya habla ensayado sus posibilidades vocales en un concurso de aficionados por una emisora de Cali. Ganó el primer premio pero fue declarada automáticamente "fuera de concurso” porque el director de la audición anotó que su voz sonaba demasiado “profesional”

Pero, además, la ambición de Leonor González, primero, mucho más que el triunfo fácil que puede lograr una mujer con su personalidad y con su figura, con sus condiciones vocales y con su honda raíz telúrica, ha sido la de significar, gracias a sus canciones, un símbolo de su raza dentro de lo importante que ha sido la contribución de esa raza al folclore colombiano, por mucho que se haya descuidado el estudio de sus costumbres y de su riquísima vena artística.

No sueña con espectaculares triunfos teatrales. Ni con palmas automáticas.

Quiere que su arte legue como mensaje. Y que sea saboreado por quienes saben legar hasta el fondo de las frases, y se conmueven con sus ritmos milenarios.
Y esa es también, en nuestro concepto, el auténtico triunfo popular que nimbará su primer disco para SONOLUX, la marca de las estrellas, al mismo que aspiramos, sea el primer paso hacia la recuperación del auténtico folclore negro de Colombia.

Leonor González nació en Robles.

Robles es un pueblo pequeñito, casi a orillas del Río Cauca.

Su familia es de campesinos acomodados. Entre sus hermanos hay varios profesionales de brillantes actuaciones en la industria, en la ciencia y en el foro colombiano. Raúl, abogado de la Universidad Libre. Mario, médico pediatra, recibido en México. Robertulio, ingeniero metalúrgico, especializado en Francia. Francisco, mecánico y Raynaldo, agricultor.

Descienden directamente de esclavos africanos pertenecientes a las grandes culturas negras que vinieron a nuestro país en tiempos de los conquistadores: la daohomeyana y la bantú. Su tercero y su cuarto apellido, son Carabali y Lucumi.

Las tierras y las tribus donde vinieron al mundo los González Mina, provienen de una evasión de esclavos sublevados a las cadenas de la familia Arboleda de Popayán. Ellos mantuvieron relaciones con los esclavos de las diferentes familias caucanas y cuando lograron su libertad en el año de 1851, poblaron esas regiones, comprendidas entre el norte del Cauca y al sur del Valle, en donde recibieron tierras de los cimarrones, habitantes de la colonia de esos pintorescos sitios.

Su intervención fue importantísima en la gesta libertadora, por cuanto de todos estos pueblos negros, Corinto, Puerto Tejada, Miranda y Caloto, salieron las aguerridas huestes da macheteros de color, que sirvieron a las órdenes de Obando y de Mosquera, y que, al sobrevenir la paz, volvieron a sus campos de cultivo al filo de sus armas. Cultivaron al tabaco, el maíz, el arroz, al plátano, al café, y llegaron a convertirse en una especie de aristocracia negra, con todas las ventajas y poderes sobre el blanco. Como que por muchos años la única ciudad del mundo en donde hubo discriminación blanca, fue Puerto Tejada.

Miren pues ustedes, como Leonor González, intérprete de su tierra y de su raza, viene de familia de libertadoras. De gentes que han enriquecido el suelo de la patria y que han hecho de sus cantos, himnos extraños y maravillosos que puedan compararse, guardando las diferencias creadas por efecto de las influencias de la cultura blanca, con los temas negros de Nueva Orleans, en los Estados Unidos.
Aunque ya desvinculada del grupo de Dalia Zapata Olívela, Leonor González ha actuado exitosamente en distintos lugares de diversión de Bogotá, y en audiciones de radio y TV de gran categoría, sus más triunfales presentaciones tuvieron lugar durante el Festival de Arte de Cali, en el año de 1964, junto al organista Jaime Llano González, el conjunto de cuerdas da música típica dirigido por al profesor Alfonso Valdiri y adjunto al Instituto de Bellas Artes de Cali, al gran músico vallenato Rafael Escalona y al extraordinario folclorista argentino Atahualpa Yupanki, quien la invitó a un concierto en al teatro Municipal de Cali que constituyó para ambos un éxito sin precedentes.

Silvia Moscovich, célebre profesora de canto, dijo a Leonor González cuando ésta fue en busca de su orientación, advirtiéndole su deseo de dedicarse a la música negra, que los cinco o seis años necesarios pea aprender a colocar la voz, sobraban en su caso. Que la naturaleza se la había colocado naturalmente.

Y aquí, en este disco, está la demostración de lo que afirmaba tan importante autoridad musical.

Hemos combinado, para demostrar la valiosa versatilidad de Leonor González, un grupo de melodías populares que, entroncadas dentro de la orientación “negra” que adora y quiere estimular, puedan considerarse modelo dentro de las distintas concepciones de la música popular americana. Así por ejemplo. “Angelitos Negros” y "Murió la Reina". Temas de la música folclórica colombiana que no han logrado aún la explotación comercial que se merecen. Y páginas de oro de nuestro millonario acervo musical y poético, recogidas por ella cariñosamente como por ejemplo "La Mina", antiguo canto de esclavos de Iscuandé en la costa del Pacifico que Esteban Cabezas, el hombre que ha dado forma definitiva a esta cantante extraordinaria, compactó y lanzó a la consideración de los "blancos" de Colombia. Y la maravillosa historia del “Tío Guachupecio”.

El mismo Estaban Cabezas, con sus amplios conocimientos de la música y del folclore colombianos, colaboró directamente a la producción de este disco que, repetimos queremos considerar de categoría especial dentro da bs grabaciones colombianas da todos los tiempos.


Notas: HERNAN RESTREPO DUQUE

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