Procesión del Santo Sepulcro en el Parque Berrío, sobre la calle Boyacá.
Principios del siglo XX
Autor: Gonzalo Escovar.
© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América
Latina.
Bella Ilusión (02:26)
Desde Cuando (02:32)
Déjame Llorar (02:44)
Es por demás (02:26)
Escoria Humana (02:34)
Gracias mi amor (02:36)
Indigno de ti (02:38)
Mentiras Tuyas (02:51)
Ni tu ni yo (02:44)
No te creo (02:39)
Olvida todo (02:37)
Por qué será mi vida (03:03)
Tus Desprecios (03:05)
Tuve un amor (03:05)
La Negra Cruz (02:59)
LA NEGRA CRUZ
ES POR DEMAS
INDIGNO DE TI
Conozca
los secretos de los ídolos de la música popular en Colombia
Domingo, Agosto 18, 2013 | Autor: Redacción de El País.
Los cantantes populares son hijos del micrófono y de la
Segunda Guerra Mundial. Sin el avance tecnológico y sin el retroceso bélico, no
habrían surgido los intérpretes que aún suenan en cantinas y emisoras de
pueblo.
Antes de salir los sistemas de grabación
electromagnéticos, a finales de los 20, sólo llegaban al disco cantantes con
voces formadas. Pero apenas apareció el micrófono las voces ‘normalitas’ y con
acentos aguardienteros comenzaron a difundirse, llevando al disco canciones
salidas del alma del pueblo. Fueron los años del Trío Matamoros, de Lucha
Reyes, Carlos Gardel, Ignacio Corsini y Agustín Magaldi.
Al estallar la II Guerra Mundial, los estudios de
Hollywood fueron destinados a producir propaganda bélica, lo cual marcó el
surgimiento del cine mexicano: Jorge Negrete, Pedro Infante y las Hermanas Padilla se tomaron el
continente.
En Colombia surgió la música de carrilera, “canciones
mexicanas hechas y cantadas en nuestro país”, explica el musicólogo Julián
Bueno. Los siguientes 30 años la huella de las Padilla perduró con Las
Camanduleras, Las Gaviotas y las Hermanitas Calle, entre muchas.
Del Sur llegaban pasillos y valses cantados por grupos
argentinos con nombres colombianos: los Romanceros del Cauca y los Trovadores
del Valle suplían la falta de industria fonográfica nacional. También los
Trovadores de Cuyo y el Conjunto América.
La discografía colombiana surgió en los años 50 y para
consolidarla el dictador Rojas Pinilla prohibió importar discos. Aparecieron
los primeros ídolos populares: Lucho Vásquez, Raúl López y Conrado Cortés.
Vásquez pretendía sustituir a los recién fallecidos
Negrete e Infante, cantando ‘El tren lento’ y ‘El aburrido’; el segundo imitaba
a Daniel Santos con su ‘Loca ansiedad’, mientras Cortés arrancaba suspiros con
‘Qué injusticia’.
Los tres desaparecieron rápido, al morir trágicamente.
Asesinado el primero, atropellado por una volqueta el segundo y en un accidente
aéreo el tercero.
Dieron paso a la generación del Caballero Gaucho con
‘Viejo farol’; Los Pamperos con ‘Amanecí bebiendo’; Óscar Agudelo con ‘El
redentor’, y Tito Cortés, con ‘Derrumbes’ y ‘Alma tumaqueña’.
Se sumaron los ecuatorianos Olimpo Cárdenas y Julio
Jaramillo, y todos se escuchaban en las ciudades de hierro decembrinas, porque
los radioteatros habían desaparecido. En los años 60 libraron una lucha
generacional con los ‘juvenícolas’ del Club del Clan.
El decenio siguiente apareció la música guasca, o sea el
merengue andino, con ‘Ya voy Toño’, ‘El arruinao’ y otras linduras. Años más
tarde surgiría la ‘guascarrilera’, “un invento de los locutores de radio,
porque eso no existe en la música”, dice Bueno.
Pero los tiempos cambiaban y las clases emergentes
impondrían un nuevo género y otros ídolos: la música de despecho, que a pesar
de su popularidad, no ha podido opacar a los ídolos de todos los tiempos. No es
sino ir a las cantinas de los pueblos; allá disfrutan de la eternidad.
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