Panorámica del costado norte del Parque de Berrío en 1918.
Edificio
Ángel, Edificio Hernández y Edificio Gutiérrez. Calle Boyaca.
Autor: Manuel Lalinde
© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América
Latina.
LADO A
BODAS NEGRAS Bolero (Derechos
Reservado»)
HABLADURIAS-Bolero (Gilberto Urquiza)
EMPLEADITA-Bolero (Gabriel Ruiz-Chamaco
Sandovall
MIEDO SIN TI-Bolero (Mario Alma)
ENGAÑAME OTRA VEZ-Bolero (Gilberto
Urquiza)
LA MAL TRATADA-Bolero (Gilberto Urquiza)
DAME UN BESO-Bolero (Gilberto Urquiza)
LADO B
TONTERIAS-Bolero (Gilberto Urquiza)
HOLA...¿QUETAL? -Bolero (Gilberto
Urquiza)
ENFERMA DE AMOR-Bolero (Adolfo Solas)
LA MESERA-Bolero (Gilberto Urquiza)
MEDIA VIDA-Bolero (Gilberto Urquiza)
SI ME ATREVIERA Bolero (Gilberto
Urquiza)
A LA ORILLA DEL RIO-Bolero (Arr. de
Gilberto Urquiza)
BODAS NEGRAS
SI ME ATREVIERA
EMPLEADITA
* La
canción colombiana. Su historia, sus compositores, sus mejores intérpretes y
sus canciones.
Por Jaime Rico Salazar. Publicación Bogotá : Grupo
Editorial Norma, 2004.Descrip. física:
820 páginas. 21.5 x 28.3 x 4.0 cms.
Pedro Nel Ospina organizó un homenaje nacional que tuvo
eco en muchas instituciones privadas y acordaron efectuar su coronación oficial
el 14 de enero de 1923.
Cientos de automóviles y buses salieron de Barranquilla
en caravana hasta Usiacurí, en donde habían instalado un tablado para coronar
al poeta. Miles de ofrendas florales llegaron aquel día. El periódico El Tiempo
le envió una simbólica araña de oro. La colonia italiana donó la corona de
laureles de oro que le fue ceñida. La colonia siria le envió una hermosa
tarjeta de oro. Los presos de la cárcel de Santa Marta le enviaron un hermoso
crucifijo para que lo acompañara en sus últimos momentos. Y el gobierno
Nacional envió una hermosa lira con un mensaje muy conmovedor del presidente
Ospina.
A las 11 de la mañana el Gobernador del Atlántico,
general Eparquio González realizó la coronación oficial mientras sonaban los
acordes del Himno Nacional. Julio Flórez no pudo hablar, tomó el violín y
desgajó unas notas mientras sus ojos se inundaban de lágrimas. Esa tarde por
petición del mismo Julio fueron bautizados sus cinco hijos, reconciliándose así
con la iglesia católica, en la que nunca creyó.
Los días que siguieron a la coronación fueron críticos
hasta el 7 de febrero en que se despidió de este mundo. Sobre las 10 de la
mañana, consiente plenamente de que su espíritu se deslindaba de la materia,
acercó a su esposa y a sus hijos y les pidió un último beso y exclamó.
"¡Oh! qué grande es el universo.." fueron sus últimas palabras...
El funeral fue impresionante. Sus restos mortales
permanecieron en la iglesia de Usiacurí y entrada la noche, con una inmensa
asistencia de público y con la iluminación que le dieron millares de estrellas
llevaron el féretro al cementerio. Antes de darle sepultura se guardaron cinco
minutos de silencio que él mismo había pedido y sobre su tumba pusieron el
epitafio que también el mismo solicitó:
“Julio Flórez, colombiano”
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"El
enterrador" y "Boda negra" no son de Julio Flórez...
Definitivamente no es el autor de la letra de "El
enterrador", (o "La hija de Juan Simón") como está explicado en
la página 69, capítulo de Pelón y Marín.
Tampoco es el autor de la letra de la canción "Boda
negra" que musicalizó en 1905 el cubano Alberto Villalón y que fue tan
popular hace unos años en la voz del cantante cubano Gilberto Urquiza. Equivocación grande que trae el libro, con lo
mejor de sus poemas editado por el Banco de la República en 1967, con ocasión
de la celebración del centenario de su nacimiento, y que trae un prólogo
excelente del maestro Rafael Maya. Este tétrico poema fue escrito por Carlos
Borges un sacerdote venezolano que llevó una vida tenebrosa y que él mismo
afirmaba haberlos escrito en 1885...
"Oye la historia que contóme un día
el viejo enterrador de la comarca
era un amante a quién la suerte impía
su dulce bien le arrebató la parca..."
Carlos Emilio de los Desamparados era su nombre de pila y
vio la primera luz en Caracas en el año 1867. Tuvo una juventud muy parecida a
la del poeta colombiano. Contaba que desengañado de su suerte por haber perdido
a una novia que adoraba, pues sus padres la habían recluido en un convento para
separarlos (y qué bien lo hicieron) decidió hacerse sacerdote. Después de haber
recibido las órdenes sacerdotales fue asignado como capellán a un colegio de monjas.
Allí enamoró a la más bella de las religiosas y armó tremendo lío. Colgó la sotana, se dedicó al licor y a
escribir poemas eróticos.
Hasta que un sacerdote dominico lo convenció de que
organizara su vida. Lo llevó a Nueva York, en donde falleció el protector.
Emprendió un peregrinaje de regreso por Centroamérica haciendo escándalos por donde pasaba hasta llegar a
Caracas, en donde encontró en la calle a un Obispo, se le arrodilló y
públicamente le hizo una confesión de sus pecados. El Obispo lo perdonó y
volvió al convento. Pero genio y figura hasta la sepultura... Continuó
escribiendo versos llenos de erotismo con el seudónimo de Oscar Sutil y lo
pillaron los curas. Nuevamente lo pusieron en la calle. Y lo volvieron a
perdonar...
El mismo día que Juan Vicente Gómez derrocó al dictador
Cipriano Castro, públicamente se lanzó a la calle a gritar vivas al gobernante
depuesto. Razón por la cual fue encarcelado. En su celda le dio por escribir
poemas exaltando a Juan Vicente que conmovido, lo indultó y lo nombró su
capellán particular. En ese oficio se desempeñaba cuando vino el diablo por él,
el 21 de octubre de 1932.
Anotaba Carlos Borges: "Escribí en versos
detestables cierta canción fúnebre que atribuida a Julio Flórez, tuvo la suerte
de alcanzar una inmensa popularidad en la América española. No hay pueblo de
Venezuela ni de Colombia donde no la canten..." Y termina: "El fervor
y la simpatía con que el público americano acogió tan pésimas estrofas,
indudablemente se debe a la paternidad putativa de Julio Flórez. El nombre del
poeta querido trasformó en brillantes luciérnagas los oscuros gusanos de mis
versos..."
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