Carrera Junín
con Av. La Playa circa 1960, a la izquierda el Edificio La Bastilla diseñado
por los arquitectos Vieira, Vásquez, Dothee, a la derecha el Edificio Uribe
Navarro y el Edificio Fabricato (Junin con Boyaca)
Fotógrafo:
Gabriel Carvajal Pérez
© Biblioteca
Pública Piloto de Medellín para América Latina.
Corazón
Llora sobre mi capote
Gratia plena
Aborrezco un amor
A la orilla d un palmar.
Amapola
Valencia
Sabe Dios si volveré
Dónde estás corazón
Adiós palomita mía.
Las
imperfecciones técnicas de estas grabaciones no inciden en su aguja ni en su
moderno aparato estereofónico. Son consecuencia de la técnica elemental con que
fueron realizadas y al estado no siempre ideal de las antiguas matrices de
donde fueron reproducidas y cuyo registro se hizo entre los años de 1923 a
1930. Su gran valor histórico y su calidad artística compensan esas situaciones
negativas. Se trata de discos de edición limitada únicamente PARA COLECCIONISTAS.
DONDE ESTAS CORAZON
SABE DIOS SI VOLVERE
CORAZON
En la página
178 de la linda edición que hizo de su autobiografía la Editorial Planeta, en
el año de 1973, Marcos Redondo comenta su actuación en el Liceo de Barcelona en
el primer acto de "El Barbero de Sevilla" de Rossini y hace el
siguiente recuento:
'Tuve la
suerte de conocer a tres tenores que se hicieron famosos cantando la ópera
rossiniana: el extremeño José Moriche, el italiano Niño Ederlé y el baturro
Juan García. Moriche la interpretó en el Real de Madrid en 1920 con el gran
Tito Ruffo. Aquel mismo año hicimos juntos la temporada de La Habana y Méjico
pero en ninguna partitura lucía tanto su voz como en la del conde de
Almaviva... De ninguno de los tres he vuelto a saber nada. Cuando volví de
Méjico, Moriche, según recordará el lector, se fue a Nueva York..."
Ni Marcos
Redondo ni nadie.
José Moriche
se convirtió en una especie de mito. Han sido inútiles todos los intentos por
saber cómo terminaron los días, si es que terminaron, de ese tenor que
enloquecía a oyentes de los gramófonos en centenares de discos a 78 RPM desde
los cuales su voz acentuaba la belleza de las más célebres canciones
americanas.
Que
finalmente sentó sus reales en Nueva York y que montó un restaurante en Long
Island, el "Caruso", en donde' solía interpretar romanzas y arias
operáticas y sentidos cantos populares mientras atendía a la clientela, es lo último
que se sabe de su vida. Que aquello ocurría por allá por los años 40 y que,
dicen, lo asegura Perla Violeta Amado, una calle de Long Island se llama
"Calle de Moriche", quizás, pensamos nosotros, porque estuvo allí
ubicado su negocio.
Ninguno de
los compañeros que acompañaron sus grabaciones y alternaron con el famoso tenor
en la deliciosa década de los veintes, puede informar de sus andanzas. Es como
una leyenda, un indescifrable misterio este José Moriche a quien no se puede
tildar como un mediocre, como uno más de los que salieron de España en busca de
fortuna americana por lo que se desprende de la afirmación de Marcos Redondo,
quien en la segunda parte de su obra comenta como Pietro Rosello le contrató en
Agosto de 1920 para hacer parte de una compañía de ópera que, conformada por
españoles e italianos, actuaría en La Habana y en Méjico. En la capital cubana
estuvieron mes y medio en el Payret pero la tremenda situación económica, los
disturbios políticos causados por la elección de Mario García Menocal, el
pánico financiero, la quiebra de bancos, hicieron desastres en la organización.
En la
compañía figuraban también, la soprano Mercedes Capsir, el tenor Mulleras, el
barítono Montanelli y el director era el maestro Anglada. Viajaron a Méjico
para debutar en el teatro Esperanza Iris el 24 de Noviembre. Pese a que las
condiciones económicas no mejoraban insistieron en el Arbeu pero no pudo la
compañía levantar la cabeza y dieron por terminado su contrato. Redondo regresó
a España y la Capsir y Moriche decidieron irse a Nueva York.
En dos o tres
años más Moriche, vinculado a la tropilla hispano parlante que alienta las
grabaciones fonográficas, se convierte en uno de los nombres claves de la
época.
Surgen sus
dúos con Utrera, con Pulido, con Rodolfo Hoyos, con Margarita Cueto y con Pilar
Arcos.
Es el gran
intérprete de bambucos y pasillos célebres. Y quien da forma definitiva a las
canciones de Luis A. Calvo, de Velasco y de Morales Pino.
José Moriche
figuró también en el reparto de la película "El tango en Broadway",
de Gardel.
Tal vez no se
haya enterado nunca de que en Colombia llegó a ser una especie de símbolo, la
encamación de toda una época, de un estilo, de una manera de sentir la música.
Y tal vez no
se supo nunca que aquellos discos afónicos que nos trajeron su voz de cadencias
extrañas que vibraba en los aparatos de cometa y de perrito, siguen siendo
favoritos de un montón de seres románticos que continúan regodeándose con sus
interpretaciones como los clientes de su "Caruso" lejano y fantasmal.
Por eso este
disco realizado con grabaciones que registrara en marcas ya desaparecidas que
negociaron sus patentes y remataron sus matrices, es como una especie de homenaje
a la memoria de un cantor inmemorial y misterioso a quien se tragó la selva de
un Nueva York bohemio que recogió su nombre para definir una calle y un
momento.
HERNAN
RESTREPO DUQUE.
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