Calle Boyacá del parque de Berrio hacia
Junín.
Década de los 40s
Varita de nardos (03:15)
Canción mexteca.mp3 (2:59)
Mujer ingrata.mp3 (2:37)
Tus ojos.mp3 (2:45)
Por unos ojos (02:44)
Mariposa (02:44)
Por fin cuando (02:56)
Collar de perlas (03:24)
Es tu amor (03:29)
Adiós juventud (02:55)
Como quieres que te olvide (03:19)
TUS OJOS
MUJER INGRATA
CANCIION MIXTECA
El bolero
como género comenzó a transitar su camino a fines del siglo XIX. Se cuenta que
en 1911, un sastre cubano, Pepe Sánchez, aficionado a la música, compuso
“Tristezas”, luego llamado “Me entristeces mujer” o “Un beso”, no hay
coincidencias entre los historiadores con el título, pero sería el primer
bolero.
El tango y
el bolero siempre han tenido una estrecha relación, tanto por la forma que
nacieron como por su desarrollo. No es exagerado decir que, de alguna manera,
han colaborado entre uno y otro. Fueron numerosos los cantores de boleros que
incluyeron tangos en sus repertorios. Así como también, los autores y
compositores tangueros que participaron en la creación de páginas románticas e,
incluso, dirigiendo conjuntos que acompañaban las actuaciones y grabaciones de
muchos de sus intérpretes.
Entre las
legendarias voces del bolero, Juan Arvizu merece un espacio propio por su larga
relación con nuestro país y con el tango. Llegó a Buenos Aires contratado para
la inauguración de LR1 Radio El Mundo, hecho ocurrido el 29 de noviembre de
1935. La relación fue pactada por un mes y medio, pero se extendió por la
notable aceptación que obtuvo del público, a tal punto que sentó aquí su
residencia. Permaneció 18 años en la Argentina, siendo el punto de partida de
sus numerosas giras al exterior.
En su
inmenso repertorio (los eruditos en el tema calculan en alrededor de dos mil el
número de sus grabaciones), figuran buena cantidad de tangos y ritmos afines
como valses y milongas, claro que, en la mayoría de los casos, por su estilo
tan personal, suenen abolerados.
Algunos de
los títulos son: “Prohibido”, “Pecado”, “Verdemar”, “Plegaria”, “Si dejaras de
quererme”, “Que fácil es decir”, “Señor juez”, “Arrepentimiento, “Salud, dinero
y amor”, “Nuestra casita”, “La cumparsita”, “Mi Buenos Aires querido”,
“Madreselva”, “Caminito”, “Una canción”, “Sinceramente”, “Corrientes y
Esmeralda”, “Lágrimas de sangre”, “No cantes ese tango”, “Nido gaucho”, Tengo
mil novias”, “Cada vez que me recuerdes”, “Mi único amor”.
Nació en
Querétaro, Méjico, donde vivió ayudando a su padre en su tarea de
radiotelegrafista. De pequeño, fue alentado por la mamá para estudiar
vocalización, solfeo y armonía, cantando además, en un orfeón infantil.
A los 22
años, se radicó en el Distrito Federal y allí continuó sus estudios con José
Pierson, cantor y declamador —luego se convertiría en maestro y director de
compañías de ópera—, quien tuvo bajo su tutela, a famosos interpretes de la
canción popular como Jorge Negrete, José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado, Pedro
Vargas, Juan Pulido entre otros.
Dos años más
tarde se produjo su debut en el Teatro Esperanza Iris, en una obra lírica
titulada La Sonámbula. Sus cualidades naturales, su potente registro de tenor
-que supo controlar, ya famoso, en buena cantidad de temas románticos-,
llamaron la atención de otros directores y del público. Rápidamente, se fueron
reconociendo sus virtudes siendo, en muchas ocasiones, aclamado de pie al
terminar sus presentaciones.
A raíz de su
éxito se ganó el interés de la industria fonográfica, el primer sello fue
Brunswick, en el que debutó en 1928, con la grabación de “Varita de nardo”, de
Joaquin Pardavé. A continuación, intervino en la Victor que lo incluyó en su
nómina. Más adelante, registró su voz en otra discográficas, hasta convertirse
en uno de los cantores con más discos de la historia de la música
latinoamericana.
En 1930, fue
convocado para la inauguración de una emisora en su país, la Radio XEW y en
1942, viajó a Norteamérica para la misma gestión, esta vez con la Cadena de las
Américas de la Columbia Broadcasting. Participó en varios films, en Méjico y en
Cuba, que tenían simples argumentos al solo efecto de presentar sus canciones.
Un logro
increíble del cantante fue descubrir a un pianista de anémicos cabarets y de
prostíbulos que, a su lado, se transformó en la mayor figura del bolero en toda
América, lo llamaban El Flaco de Oro (tenía una cicatriz desde la comisura
izquierda de su boca hasta la mitad de la mejilla, producto de un impacto con
una botella rota), se trataba de Agustín Lara (30/10/1896 – 6/11/1970).
De más está
decir quién fue Agustín Lara y lo que significó para la música, sin lugar a
dudas, uno de los más grandes creadores del continente. Pero lo notable, es que
comenzó a crecer componiendo y acompañando a Arvizu desde el piano. No sólo
engrosó el repertorio del amigo, más adelante lo hizo para los más famosos
intérpretes, trascendiendo fronteras, basta nombrar “Granada”, “Solamente una
vez” y “María Bonita” (dedicado a María Félix con quien se casó en 1945).
Arvizu vivió
algunos años en Chile y también en Colombia, cuando decidió volver a su país no
tuvo la recepción esperada, el paso del tiempo lo había postergado, vivía otra
generación con gustos y estilos de vida distintos.
En 1967,
decidió tomar descanso, su vida había sido un traqueteo permanente, la
tranquilidad llegó después de una extensa vuelta, en Querétaro, la ciudad que
lo vio nacer.
Dicen que
fue en Buenos Aires, donde lo bautizaron El Tenor de la Voz de Seda.
Sobre notas
de Hernán Restrepo Duque y Ricardo Risetti, de su libro De Corazón a Corazón,
editorial Corregidor 1994.
Por
Néstor
Pinsón
Tomado de
Todo Tango-
No hay comentarios:
Publicar un comentario