Incendio del costado occcidental del
Parque de Berrío el 29 de octubre de 1921. Se observa la destrucción del
Edificio Ángel en la esquina suroccidental del cruce de la Carrera Bolívar con
la Calle Boyacá
Autor: Benjamín de la Calle.
© Biblioteca Pública Piloto de Medellín
para América Latina.
LADO 2
CALETA
(Agustín Ramírez)
ACAPULQUEÑA (Agustín Ramírez)
MAÑANITA COSTEÑA (Agustín Ramírez)
CAMINO DE CHILPANCINGO (Agustín Ramírez)
POR LOS CAMINOS DEL SUR (Agustín Ramírez)
EL TORO RABON (Agustín Ramírez)
LADO 2
SAN MARQUEÑA (Agustín Ramírez)
LINALOE
(Agustín Ramírez)
OMETEPEC
(Agustín Ramírez)
ATOYAC
(Agustín Ramírez)
LA VIDA SE NOS VA (Agustín Ramírez)
CORRIDO DE AGUSTIN RAMIREZ (Wilfrido Fierro Armenta)
CORRIDO DE AGUSTIN RAMIREZ
EL TORO RABON
POR LOS CAMINOS DEL SUR
En septiembre de 1957 murió en Acapulco, Guerrero, el
compositor guerrerense Agustín Ramírez. El luctuoso acontecimiento marco la terminación
de una etapa esencial de la música popular mexicana.
No es difícil explicar el origen de esta gran capacidad melódica,
pues el lugar donde nació, San Jerónimo de Juárez, es el lugar ideal para crear
manifestaciones artísticas de gran vuelo...
Mar, aire, tierra, luz, son los elementos que impregnaron
cada nota, cada frase y cada acorde de la música Agustín Ramírez. Una excelente
muestra de este calido aliento costeño es Mañanita Costeña que compusiera en
homenaje a la belleza sin par de la
aurora costeña.
Agustín Ramírez no sólo inhaló el significado y la sencillez de
su patria chica; supo también copiar y sentir el soberano orgullo de su raza y
los rasgos peculiares de su pueblo.
Acapulqueña, Linaloé, Ometepec, Camino de Chilpancingo, Caleta, Por los caminos
del Sur, etc., etc., son canciones que permanecen como las flores más vivas de
Agustín Ramírez, el cantor genial de Guerrero.
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