jueves, 23 de abril de 2015

12 MILONGAS QUE HICIERON HISTORIA -Aquellas Canciones -Varios

Movilización en pro de la construcción de la carretera al mar, organizada por Don Gonzalo Mejía, en el Parque de Berrío en 192... Iglesia de la Veracruz, Edificio Olano y Edificio Gutiérrez.

Autor anónimo

© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina.


Lado 1
MILONGA EN NEGRO  -(Arr. E. Rivera)  -EDMUNDO RIVERO CON ANIBAL TROILO
EL PAISANITO -(M. L. Pérez - Pascual Clausi) ALBERTO ECHAGUE
CARNAVALERA -(H. Manzi - -S. Piana)  -HECTOR MAURE CON JUAN D'ARIENZO
CIMARRON DE AUSENCIA   -(J. Larenza - M. Robles)  -FLOREAL RUIZ CON ANIBAL TROILO
SACALE PUNTA  -(Sandalio Gómez - Donato)  -HORACIO LAGOS CON EDGARDO DONATO
ENTRE COPA Y COPA  -(Marcó - D'Agostino - Attadia)  -ANGEL VARGAS CON ANGEL D'AGOSTINO

Lado 2
EN EL CORSITO DEL BARRIO  -(R. Yiso - A. M. Aznar)  -JULIO SOSA CON ARMANDO PONTIER
QUE TIEMPO AQUEL  -(C. E. Flores - F. J. Lomuto)  -JORGE OMAR CON FRANCISCO LOMUTO
MI PERRO  -(C. Allende)  -AGUSTIN MAGALDI
LA PUÑALADA   -(C. Flores • P. Castellanos)  -ALBERTO GOMEZ
TRAMPA   -(C. Bahr - D'Arienzo - Salamanca)  -ARMANDO LABORDE CON JUAN D'ARIENZO

EL BARRIO DEL TAMBOR  -(A. Sanguinetti - A. Bonavena)  -ALBERTO MARINO CON ANIBAL TROILO




CIMARRON DE AUSENCIA


EL CORSITO DEL BARRIO


EL BARRIO DEL TAMBOR



Las raíces de la milonga

Quintín Quintana es etnomusicólogo. Investiga las raíces culturales de la música rioplatense y el origen, evolución y desarrollo de los instrumentos de la región. En un extraordinario galpón del barrio de Boedo, ha coordinado, durante alrededor de diez años, el proyecto Dos Orillas, articulado al Centro Investigación y Difusión de Instrumentos y Música de América (CIDIMA).

Recientemente ha logrado volcar el resultado de sus actividades en un documental realizado con el apoyo del Fondo de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, plasmado en formato de DVD y acompañado de un libro donde expone las principales problemáticas concernientes a la disciplina que investiga.

Hace unos días nos entrevistamos con él, en el preludio de su partida a México, donde realizará durante algunos meses un estudio comparativo de la marimba como instrumento característico de la diáspora afroamericana.
En esta oportunidad, nos aclaró algunas cuestiones vinculadas a la milonga: su origen, evolución e influencia en nuestra cultura.

Quintín Quintana (QQ): —La milonga representa nuestros aportes afros y criollos mezclados, por lo tanto representa nuestros orígenes mulatos.
En realidad es casi imposible referirse en singular a cualquier género de la cultura popular. Deberíamos decir siempre las milongas, porque se trata de un género con muchas sub-especies.

El origen de la palabra milonga es indudablemente afro, aunque no es clara su procedencia exacta. A mí me parece que más allá del termino original del que provenga, lo importante está en que desde sus orígenes remotos representa al lugar de reunión, de comunión: desde las originarias rondas que hacen los pueblos bantúes, donde en el centro baila una pareja, hombre y mujer, representando así la fecundidad de la tierra, y pidiendo y agradeciendo una buena cosecha, hasta las posteriores rondas de baile entre compadritos, casi como una capoeira porteña, donde también se resistía al orden establecido. Y luego ya en los cafetines, donde de a poco iría dejando de ser milonga en lo musical, para pasar a ser lo que hoy ya se conoce como tango. Pero fijate que no dejó de ser hasta hoy milonga el término que denomina el lugar de reunión. Uno va a la milonga a bailar tango.
También en el campo, en el ámbito más criollo, denomina al modo de sentarse en ronda, es el modo de tocar las guitarras, de decir décimas y coplas, que toma aquel nombre original, pero que ya no se toca con tambores, ni tiene la danza a la que me refería antes, donde la pareja, al acercar sus vientres, de frente, entre sí, simboliza ese atributo fértil de la tierra y de todo aquello donde la vida se hace presente, que también significa esperanza en el porvenir.

Fíjate que en Cuba, se llama rumba, donde a la acción simbólica ésta de juntar las panzas le dicen “vacunao”. En Brasil, se llama samba de roda, y le dicen “ombigada”.
La milonga tiene origen negro, del negro cimarrón, que trabajaba en el campo y vivía más bien solo, es decir que de a poco comenzaban a disolverse e invisibilizarse aquellas comunidades originarias, ya tomando forma de “sociedades secretas” (en el mejor de los casos) o “filantrópicas”, pero muchas de ellas ya se agrupaban sólo por su “color” y no por sus características culturales. Entonces se convertían en adoradores de nuevas tendencias o formas. Los más negadores de su cultura, las generaciones posteriores, comenzaban a estudiar la música clásica europea, con ánimo de “pertenecer” a la alta sociedad del momento. Otros veían lo caribeño como un buen estereotipo de “lo negro” en América. Y comienzan de este modo a consumir los distintos géneros de aquella región lejana.
Y aquel negro “gaucho” que no puede tocar ya de su forma social originaria, y que en la mayoría de los casos es un veterano de las guerras de independencia, queda hecho un cimarrón, le guste o no. Y aquel criollo, que también era medio paria, el peón de estancias, oportunista asalariado, la mano de obra no calificada de ese momento de posguerra, imita los toques de los tambores en aquellas vihuelas de antaño, que eran instrumentos muy “personales”, muy propios de cada tocador, aún no estandarizados. Posteriormente, esos toques tan individuales pasan a la guitarra, que aparece ya como un instrumento más legalizado y difundido.

Claro que es un “lugar común” entre quienes rastreamos nuestros orígenes musicales, decir que los primeros payadores fueron negros. Pero no lo eran todos. Y quizás aún ni siquiera se llamaban a sí mismos payadores. Ya en esa época se comienza a decir que se podía payar “por cifra” (los más criollos) o “por milonga” (los más afros).
No nos olvidemos de que luego de aquella historia verdadera, vinieron los nefastos historiadores y demás intelectuales a sueldo, a decir que esto fue así o asá, y a legalizar el blanqueamiento de este país. Eso, ahora, por suerte, es un tema en el que cual estamos haciendo un poco de justicia. Por lo menos ya hay suficientes investigadores de muchas disciplinas que profundizaron en el tema e intentan desbancar tanta mentira, hurgando en aquellas capas de tierra correspondientes a esos años. Daniel Schávelzon en la arqueología, Pablo Cirio en la etnomusicología, Alejandro Frigerio en la antropología, Tomás Platero, O. Natale, María Florencia Guzmán, y el ponchi Flores en la historiografía, entre muchísimos otros…

Y la palabra milonga… ¿qué significa?
QQ: —Están quienes lo relacionan con la capacidad creadora intrínseca de la naturaleza. Entonces, dicen que era “mironga”, que se traduciría como “madre”. Sobre todo en Brasil, donde también encontramos afrodescendientes congo-angoleños, como lo fueron casi el 90 % de los traídos aquí, al estuario del Plata.
Otros apuestan que viene de “mulonga”, lo cual la acerca al controvertido término “mulato”, que serían los seres que cultural y genéticamente provienen de las relaciones entre afros y criollos… de esa mezcla. Entonces, al no ser ya aquellos negros tan resistentes requeridos en la época de la esclavitud, estos descendientes “híbridos” pasaron a valer casi lo que una “mula”. Esta explicación es más difundida en Perú.
Vaya uno a saber… Igual te repito que no me parece muy importante la palabra en sí… caeríamos en el peligroso terreno de quienes explican la cultura desde ahí, y dicen que el tango puede venir de Japón, porque allá tienen una palabra que es “tangú”. Fuera de joda. Hubo historiadores musicolocos que han dicho mucho desastre, quienes se apañaban entre sí para colaborar con el “blanqueamiento” de nuestros orígenes.

¿Pero entonces la milonga proviene del candombe?
QQ: —El candombe y la milonga originalmente son lo mismo. La diferencia está en la percepción cultural. El tema es cómo lo percibe el “negro” y como lo percibe el “blanco”. Es la misma célula rítmico-melódica, pero desplazada una semicorchea.
Ahí está justamente el tema: el conocimiento cultural, el molde con el que la persona de cada cultura comprende el mundo, en la imposibilidad de percibir al otro sin ese conocimiento cultural previo, en estado puro. Por eso es que los criollos, al escuchar a los negros tocar candombe, escuchan otro resultado: lo que el negro toca como segunda semicorchea de cada pulso, el blanco lo entiende como primera, porque en ella se encuentra el acento y el sonido más agudo de la totalidad. Es un tema muy complejo como para pretender ahondarlo por completo y justamente a eso estamos dedicándonos actualmente: trabajando e investigando para la próxima edición de nuevos trabajos sobre el tema, como lo hicimos en el documental “Sonidos de nuestra Tierra”, editado a fines del 2006, que hoy ustedes pueden ver en DVD.
Hay múltiples esferas donde se puede ver la continuidad de los prejuicios, desencuentros y malentendidos. Fijate que aún hoy cualquier porteño que va y escucha “las llamadas” en Montevideo, canta el “tutátutá”. Sí… ese “símbolo sonoro”, nefastamente difundido por los “decadentes” de hoy… ¡¡es la continuidad de los de ayer!! Muchos Alberto Castillo han hecho abuso de este prejuicio de que “los negritos son todos alegres y tontitos…. sólo bailan… son unos vagos…” Y está el extremo opuesto: de que los negros son fieras diabólicas que no dejan de hacer magia negra y cosas malas. Son estereotipos extremistas, obvio resultado del inconsciente colectivo de esta sociedad negadora de la otredad, y de sus propias y genuinas raíces.
Aún hoy persiste el prejuicio. Se llama milonga a la cocaína, a alguna pelea o desorden social, o en general a aquello que no está dentro de las leyes “de lo que está bien”.
—Como te decía, la milonga es hija directa del candombe, no tiene aportes indígenas, que sí se encuentran en la baguala, la chaya, el wayno, el yaraví, etc… Es que a los pampas y querandíes ya los habían limpiado a todos.
El gaucho, denominación más difundida para ese actor anónimo de toda nuestra región rioplatense, que viene desde el centro del Brasil hasta casi el límite entre la Pampa Húmeda y la Patagonia, se traslada constantemente de un lugar a otro, y con él va la milonga, que en Entre Ríos se llama chamarrita, en Brasil es ponto, baiao, coco, forró, lundú, samba de roda, choro, etc. Más cerca de Paraguay es rasguido doble. En Bolivia es takirari…
Lo importante es lo que se está diciendo: décimas espontáneas o de autores desconocidos. Ésa es la raíz: la milonga como folklore. Luego nace la “canción” como formato. Y ahí comienza lo que llamamos la “música popular”, de autores ya registrados, un hecho ya urbano y contemporáneo.
—Gradualmente la milonga se va trasladando a la ciudad y se junta en los suburbios, y la milonga se va transformando, hasta que de ahí nace el tango. El mismo Gardel es una buena muestra de ese proceso: originariamente cantaba todos los géneros folklóricos argentinos. Fue el “cantor nacional” más conocido, pero enseguida vio que en ese entonces rendía más hacer tangos.
Entonces aquella milonga lenta se empieza a acelerar, empieza a tener una influencia del europeo que llega en la última inmigración de 1900, y empiezan a tocar aquellas milongas ya con clarinete, con flauta, arpa, otros instrumentos… y ya se hace bailable en salones. En esa nueva ciudad que se empieza a llenar de personas de distintos orígenes surge el tango con la base de la milonga como una nueva música. Pero ese tango que nace ya en una sociedad en vías de militarización y represión, características que distinguieron a nuestro país en todo el siglo pasado, se pone muy militar, muy marcha, ya casi sin sabor, sin sincopa, se pierden las improvisaciones y solos que si sabían hacer aquellos viejos milongueros.
Y todo comienza a pasar por el conservatorio, y para que se acepte aquí debe legalizarlo la “high society” de París. Nefasta historia, la nuestra.

—El problema es la inconciencia de nuestra verdadera identidad, el desconocimiento y negación de nuestras distintas raíces culturales. La chacarera, por ejemplo, tiene raíz afro y española del sur, o sea, también “mora”, o de raíz árabe, o sea la “mulata” de allá mismo. Pero eso casi nadie lo sabe.

Y aquellos grosos y verdaderos artistas populares debieron pasar “a la clandestinidad” por así decirlo. No es que comenzó el tango “for export” y se acabó el sabor. Había que saber dónde buscarlo. Se daba en los suburbios, reductos, prostíbulos, corrales del gran Buenos Aires… que en aquel entonces eran Mataderos, Bajo Flores, Saavedra, Barracas, Pompeya… y en tantos lugares de la provincia de Buenos Aires, como Chascomús, E. Echeverría, Ezeiza, etc. No olvidemos nunca al increíble Gabino Ezeiza, símbolo de aquella época de tanta creatividad, espontaneidad y verdadera sabiduría popular.
Y ahí es donde va don Osvaldo Avena a aprender y compartir. Por eso tiene el toque único ese. Es una síntesis increíble la que él ha podido plasmar.

Lo que quiso hacer luego Osvaldo Avena, era un movimiento para el desarrollo de un arte propio de aquí del sur: el “Sur Realismo”, para contrarrestar tanta mentira, y dentro de él, la Nueva Canción Argentina (como paralelismo con el resto de América, que ya tenía estas movidas: la nueva trova cubana, el canto popular uruguayo (CPU), la música popular brasilera (MPB), etc., que debería tener la integración de los elementos de las distintas regiones del país. Si bien don Osvaldo es un gran referente de la milonga, él conocía y compuso infinidad de temas con bases de las demás especies de nuestra música argentina: chacarera, escondido, bailecito, gato, triunfo, zamba, etc.
El problema es que esas “músicas” no son músicas en sí mismas. ¡Son coreografías de danzas! Entonces se hace muy difícil explicar, diferenciar, generar un movimiento con basase sólidas bien arraigadas en un sentir nacional… porque hay mucha confusión… Por suerte, su hijo, Eduardo Avena, ha podido continuar, profundizar y aclarar muchos de estos aspectos, que son, me parece, para otra nota, o para leer dentro de poco, cuando salga el libro que estamos elaborando juntos, en el cual incluimos toda esta historia, desarrollada por partes, y cómo se fue dando entonces el nacimiento y desarrollo de cada género, instrumentos, etc. Él tiene una muy linda y didáctica teoría “rítmico-evolutiva” para enseñar todo esto, que la fue completando y enriqueciendo en los quince años que vivió en Brasil durante la época de la dictadura… ¡¡Imagínate!!

Entonces aquel proyecto que comenzara con don Osvaldo, y que llamara “El Milongazo”, continúa hoy con Eduardo como coordinador, con próximos discos ya casi terminados, y la relación constante con Dos Orillas, que es la parte del proyecto en la que nos encargamos más exclusivamente de los orígenes afros mismos: kandombes, szembas, charanda, nsaias, malembe, milongas negras y tangos de negros.

—En conclusión, entiendo por todo esto que hablamos y por lo que falta hablar, que milonga es el nombre más justo para denominar a nuestra identidad cultural del estuario del Plata, ya que, ante el genocidio que hicieron con los pueblos originarios de aquí, lo que se mezcló y dio este nombre como primer resultado mulato cultural, fue lo criollo con el infinito aporte de los pueblos bantúes esclavizados.

.Fuente: latitudbarrilete

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