Movilización en pro de la construcción de la carretera al mar, organizada por Don Gonzalo Mejía, en el Parque de Berrío en 192...
Iglesia
de la Veracruz, Edificio Olano y Edificio Gutiérrez.
Autor anónimo
© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América
Latina.
Lado 1
MILONGA EN NEGRO -(Arr. E. Rivera) -EDMUNDO RIVERO CON ANIBAL TROILO
EL PAISANITO -(M. L. Pérez - Pascual
Clausi) ALBERTO ECHAGUE
CARNAVALERA -(H. Manzi - -S. Piana) -HECTOR MAURE CON JUAN D'ARIENZO
CIMARRON DE AUSENCIA -(J.
Larenza - M. Robles) -FLOREAL RUIZ CON
ANIBAL TROILO
SACALE PUNTA -(Sandalio Gómez - Donato) -HORACIO LAGOS CON EDGARDO DONATO
ENTRE COPA Y COPA -(Marcó - D'Agostino - Attadia) -ANGEL VARGAS CON ANGEL D'AGOSTINO
Lado 2
EN EL CORSITO DEL BARRIO -(R. Yiso - A. M. Aznar) -JULIO SOSA CON ARMANDO PONTIER
QUE TIEMPO AQUEL -(C. E. Flores - F. J. Lomuto) -JORGE OMAR CON FRANCISCO LOMUTO
MI PERRO -(C. Allende) -AGUSTIN MAGALDI
LA PUÑALADA -(C.
Flores • P. Castellanos) -ALBERTO GOMEZ
TRAMPA -(C. Bahr - D'Arienzo - Salamanca) -ARMANDO LABORDE CON JUAN D'ARIENZO
EL BARRIO DEL TAMBOR -(A. Sanguinetti - A. Bonavena) -ALBERTO MARINO CON ANIBAL TROILO
CIMARRON DE AUSENCIA
EL CORSITO DEL BARRIO
EL BARRIO DEL TAMBOR
Las
raíces de la milonga
Quintín Quintana es etnomusicólogo. Investiga las raíces
culturales de la música rioplatense y el origen, evolución y desarrollo de los
instrumentos de la región. En un extraordinario galpón del barrio de Boedo, ha
coordinado, durante alrededor de diez años, el proyecto Dos Orillas, articulado
al Centro Investigación y Difusión de Instrumentos y Música de América
(CIDIMA).
Recientemente ha logrado volcar el resultado de sus
actividades en un documental realizado con el apoyo del Fondo de Cultura de la
Ciudad de Buenos Aires, plasmado en formato de DVD y acompañado de un libro
donde expone las principales problemáticas concernientes a la disciplina que
investiga.
Hace unos días nos entrevistamos con él, en el preludio
de su partida a México, donde realizará durante algunos meses un estudio
comparativo de la marimba como instrumento característico de la diáspora
afroamericana.
En esta oportunidad, nos aclaró algunas cuestiones
vinculadas a la milonga: su origen, evolución e influencia en nuestra cultura.
Quintín Quintana (QQ): —La milonga representa nuestros
aportes afros y criollos mezclados, por lo tanto representa nuestros orígenes
mulatos.
En realidad es casi imposible referirse en singular a
cualquier género de la cultura popular. Deberíamos decir siempre las milongas,
porque se trata de un género con muchas sub-especies.
El origen de la palabra milonga es indudablemente afro,
aunque no es clara su procedencia exacta. A mí me parece que más allá del
termino original del que provenga, lo importante está en que desde sus orígenes
remotos representa al lugar de reunión, de comunión: desde las originarias
rondas que hacen los pueblos bantúes, donde en el centro baila una pareja,
hombre y mujer, representando así la fecundidad de la tierra, y pidiendo y
agradeciendo una buena cosecha, hasta las posteriores rondas de baile entre
compadritos, casi como una capoeira porteña, donde también se resistía al orden
establecido. Y luego ya en los cafetines, donde de a poco iría dejando de ser milonga
en lo musical, para pasar a ser lo que hoy ya se conoce como tango. Pero fijate
que no dejó de ser hasta hoy milonga el término que denomina el lugar de
reunión. Uno va a la milonga a bailar tango.
También en el campo, en el ámbito más criollo, denomina
al modo de sentarse en ronda, es el modo de tocar las guitarras, de decir
décimas y coplas, que toma aquel nombre original, pero que ya no se toca con
tambores, ni tiene la danza a la que me refería antes, donde la pareja, al
acercar sus vientres, de frente, entre sí, simboliza ese atributo fértil de la
tierra y de todo aquello donde la vida se hace presente, que también significa
esperanza en el porvenir.
Fíjate que en Cuba, se llama rumba, donde a la acción
simbólica ésta de juntar las panzas le dicen “vacunao”. En Brasil, se llama
samba de roda, y le dicen “ombigada”.
La milonga tiene origen negro, del negro cimarrón, que
trabajaba en el campo y vivía más bien solo, es decir que de a poco comenzaban
a disolverse e invisibilizarse aquellas comunidades originarias, ya tomando
forma de “sociedades secretas” (en el mejor de los casos) o “filantrópicas”,
pero muchas de ellas ya se agrupaban sólo por su “color” y no por sus
características culturales. Entonces se convertían en adoradores de nuevas
tendencias o formas. Los más negadores de su cultura, las generaciones
posteriores, comenzaban a estudiar la música clásica europea, con ánimo de
“pertenecer” a la alta sociedad del momento. Otros veían lo caribeño como un
buen estereotipo de “lo negro” en América. Y comienzan de este modo a consumir
los distintos géneros de aquella región lejana.
Y aquel negro “gaucho” que no puede tocar ya de su forma
social originaria, y que en la mayoría de los casos es un veterano de las
guerras de independencia, queda hecho un cimarrón, le guste o no. Y aquel
criollo, que también era medio paria, el peón de estancias, oportunista
asalariado, la mano de obra no calificada de ese momento de posguerra, imita
los toques de los tambores en aquellas vihuelas de antaño, que eran instrumentos
muy “personales”, muy propios de cada tocador, aún no estandarizados.
Posteriormente, esos toques tan individuales pasan a la guitarra, que aparece
ya como un instrumento más legalizado y difundido.
Claro que es un “lugar común” entre quienes rastreamos
nuestros orígenes musicales, decir que los primeros payadores fueron negros.
Pero no lo eran todos. Y quizás aún ni siquiera se llamaban a sí mismos
payadores. Ya en esa época se comienza a decir que se podía payar “por cifra”
(los más criollos) o “por milonga” (los más afros).
No nos olvidemos de que luego de aquella historia
verdadera, vinieron los nefastos historiadores y demás intelectuales a sueldo,
a decir que esto fue así o asá, y a legalizar el blanqueamiento de este país.
Eso, ahora, por suerte, es un tema en el que cual estamos haciendo un poco de
justicia. Por lo menos ya hay suficientes investigadores de muchas disciplinas
que profundizaron en el tema e intentan desbancar tanta mentira, hurgando en
aquellas capas de tierra correspondientes a esos años. Daniel Schávelzon en la
arqueología, Pablo Cirio en la etnomusicología, Alejandro Frigerio en la
antropología, Tomás Platero, O. Natale, María Florencia Guzmán, y el ponchi
Flores en la historiografía, entre muchísimos otros…
Y la
palabra milonga… ¿qué significa?
QQ: —Están quienes lo relacionan con la capacidad
creadora intrínseca de la naturaleza. Entonces, dicen que era “mironga”, que se
traduciría como “madre”. Sobre todo en Brasil, donde también encontramos
afrodescendientes congo-angoleños, como lo fueron casi el 90 % de los traídos
aquí, al estuario del Plata.
Otros apuestan que viene de “mulonga”, lo cual la acerca
al controvertido término “mulato”, que serían los seres que cultural y
genéticamente provienen de las relaciones entre afros y criollos… de esa
mezcla. Entonces, al no ser ya aquellos negros tan resistentes requeridos en la
época de la esclavitud, estos descendientes “híbridos” pasaron a valer casi lo
que una “mula”. Esta explicación es más difundida en Perú.
Vaya uno a saber… Igual te repito que no me parece muy
importante la palabra en sí… caeríamos en el peligroso terreno de quienes
explican la cultura desde ahí, y dicen que el tango puede venir de Japón,
porque allá tienen una palabra que es “tangú”. Fuera de joda. Hubo historiadores
musicolocos que han dicho mucho desastre, quienes se apañaban entre sí para
colaborar con el “blanqueamiento” de nuestros orígenes.
¿Pero
entonces la milonga proviene del candombe?
QQ: —El candombe y la milonga originalmente son lo mismo.
La diferencia está en la percepción cultural. El tema es cómo lo percibe el
“negro” y como lo percibe el “blanco”. Es la misma célula rítmico-melódica,
pero desplazada una semicorchea.
Ahí está justamente el tema: el conocimiento cultural, el
molde con el que la persona de cada cultura comprende el mundo, en la
imposibilidad de percibir al otro sin ese conocimiento cultural previo, en
estado puro. Por eso es que los criollos, al escuchar a los negros tocar
candombe, escuchan otro resultado: lo que el negro toca como segunda
semicorchea de cada pulso, el blanco lo entiende como primera, porque en ella
se encuentra el acento y el sonido más agudo de la totalidad. Es un tema muy
complejo como para pretender ahondarlo por completo y justamente a eso estamos
dedicándonos actualmente: trabajando e investigando para la próxima edición de
nuevos trabajos sobre el tema, como lo hicimos en el documental “Sonidos de
nuestra Tierra”, editado a fines del 2006, que hoy ustedes pueden ver en DVD.
Hay múltiples esferas donde se puede ver la continuidad
de los prejuicios, desencuentros y malentendidos. Fijate que aún hoy cualquier
porteño que va y escucha “las llamadas” en Montevideo, canta el “tutátutá”. Sí…
ese “símbolo sonoro”, nefastamente difundido por los “decadentes” de hoy… ¡¡es
la continuidad de los de ayer!! Muchos Alberto Castillo han hecho abuso de este
prejuicio de que “los negritos son todos alegres y tontitos…. sólo bailan… son
unos vagos…” Y está el extremo opuesto: de que los negros son fieras diabólicas
que no dejan de hacer magia negra y cosas malas. Son estereotipos extremistas,
obvio resultado del inconsciente colectivo de esta sociedad negadora de la
otredad, y de sus propias y genuinas raíces.
Aún hoy persiste el prejuicio. Se llama milonga a la
cocaína, a alguna pelea o desorden social, o en general a aquello que no está
dentro de las leyes “de lo que está bien”.
—Como te decía, la milonga es hija directa del candombe,
no tiene aportes indígenas, que sí se encuentran en la baguala, la chaya, el
wayno, el yaraví, etc… Es que a los pampas y querandíes ya los habían limpiado
a todos.
El gaucho, denominación más difundida para ese actor
anónimo de toda nuestra región rioplatense, que viene desde el centro del
Brasil hasta casi el límite entre la Pampa Húmeda y la Patagonia, se traslada
constantemente de un lugar a otro, y con él va la milonga, que en Entre Ríos se
llama chamarrita, en Brasil es ponto, baiao, coco, forró, lundú, samba de roda,
choro, etc. Más cerca de Paraguay es rasguido doble. En Bolivia es takirari…
Lo importante es lo que se está diciendo: décimas
espontáneas o de autores desconocidos. Ésa es la raíz: la milonga como
folklore. Luego nace la “canción” como formato. Y ahí comienza lo que llamamos
la “música popular”, de autores ya registrados, un hecho ya urbano y
contemporáneo.
—Gradualmente la milonga se va trasladando a la ciudad y
se junta en los suburbios, y la milonga se va transformando, hasta que de ahí
nace el tango. El mismo Gardel es una buena muestra de ese proceso:
originariamente cantaba todos los géneros folklóricos argentinos. Fue el
“cantor nacional” más conocido, pero enseguida vio que en ese entonces rendía
más hacer tangos.
Entonces aquella milonga lenta se empieza a acelerar,
empieza a tener una influencia del europeo que llega en la última inmigración
de 1900, y empiezan a tocar aquellas milongas ya con clarinete, con flauta,
arpa, otros instrumentos… y ya se hace bailable en salones. En esa nueva ciudad
que se empieza a llenar de personas de distintos orígenes surge el tango con la
base de la milonga como una nueva música. Pero ese tango que nace ya en una
sociedad en vías de militarización y represión, características que
distinguieron a nuestro país en todo el siglo pasado, se pone muy militar, muy
marcha, ya casi sin sabor, sin sincopa, se pierden las improvisaciones y solos
que si sabían hacer aquellos viejos milongueros.
Y todo comienza a pasar por el conservatorio, y para que
se acepte aquí debe legalizarlo la “high society” de París. Nefasta historia,
la nuestra.
—El problema es la inconciencia de nuestra verdadera
identidad, el desconocimiento y negación de nuestras distintas raíces
culturales. La chacarera, por ejemplo, tiene raíz afro y española del sur, o
sea, también “mora”, o de raíz árabe, o sea la “mulata” de allá mismo. Pero eso
casi nadie lo sabe.
Y aquellos grosos y verdaderos artistas populares
debieron pasar “a la clandestinidad” por así decirlo. No es que comenzó el
tango “for export” y se acabó el sabor. Había que saber dónde buscarlo. Se daba
en los suburbios, reductos, prostíbulos, corrales del gran Buenos Aires… que en
aquel entonces eran Mataderos, Bajo Flores, Saavedra, Barracas, Pompeya… y en
tantos lugares de la provincia de Buenos Aires, como Chascomús, E. Echeverría,
Ezeiza, etc. No olvidemos nunca al increíble Gabino Ezeiza, símbolo de aquella
época de tanta creatividad, espontaneidad y verdadera sabiduría popular.
Y ahí es donde va don Osvaldo Avena a aprender y
compartir. Por eso tiene el toque único ese. Es una síntesis increíble la que
él ha podido plasmar.
Lo que quiso hacer luego Osvaldo Avena, era un movimiento
para el desarrollo de un arte propio de aquí del sur: el “Sur Realismo”, para
contrarrestar tanta mentira, y dentro de él, la Nueva Canción Argentina (como
paralelismo con el resto de América, que ya tenía estas movidas: la nueva trova
cubana, el canto popular uruguayo (CPU), la música popular brasilera (MPB),
etc., que debería tener la integración de los elementos de las distintas
regiones del país. Si bien don Osvaldo es un gran referente de la milonga, él
conocía y compuso infinidad de temas con bases de las demás especies de nuestra
música argentina: chacarera, escondido, bailecito, gato, triunfo, zamba, etc.
El problema es que esas “músicas” no son músicas en sí
mismas. ¡Son coreografías de danzas! Entonces se hace muy difícil explicar,
diferenciar, generar un movimiento con basase sólidas bien arraigadas en un
sentir nacional… porque hay mucha confusión… Por suerte, su hijo, Eduardo
Avena, ha podido continuar, profundizar y aclarar muchos de estos aspectos, que
son, me parece, para otra nota, o para leer dentro de poco, cuando salga el
libro que estamos elaborando juntos, en el cual incluimos toda esta historia,
desarrollada por partes, y cómo se fue dando entonces el nacimiento y
desarrollo de cada género, instrumentos, etc. Él tiene una muy linda y
didáctica teoría “rítmico-evolutiva” para enseñar todo esto, que la fue
completando y enriqueciendo en los quince años que vivió en Brasil durante la
época de la dictadura… ¡¡Imagínate!!
Entonces aquel proyecto que comenzara con don Osvaldo, y
que llamara “El Milongazo”, continúa hoy con Eduardo como coordinador, con
próximos discos ya casi terminados, y la relación constante con Dos Orillas,
que es la parte del proyecto en la que nos encargamos más exclusivamente de los
orígenes afros mismos: kandombes, szembas, charanda, nsaias, malembe, milongas
negras y tangos de negros.
—En conclusión, entiendo por todo esto que hablamos y por
lo que falta hablar, que milonga es el nombre más justo para denominar a
nuestra identidad cultural del estuario del Plata, ya que, ante el genocidio
que hicieron con los pueblos originarios de aquí, lo que se mezcló y dio este
nombre como primer resultado mulato cultural, fue lo criollo con el infinito
aporte de los pueblos bantúes esclavizados.
.Fuente: latitudbarrilete
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