LADO A:
TIEMPO -MARCO ANTONIO MUÑIZ – JOSE JOSE
LO NUESTRO TERMINO -DUO IRIZARRY DE CORDOVA
ME GUSTAS -ARMANDO MANZANERO -ANGELICA MARIA
MENSA EN MI -DUO PEREZ RODRIGUEZ
UN GRAN AMOR -DUO CARMELA Y RAFAEL
PARECE OUE FUE AYER -PEDRO VARGA Y MARCO A MUÑIZ
NOSOTROS
LADO B:
INOLVIDABLE -DUO PEREZ RODRIGUEZ
NUNCA -ALFREDO SADEL -RUDY MARQUEZ
OBSESION -DUO CLARA Y MARIO
SOLAMENTE UNA VEZ -PEDRO VARGAS Y BENNY MORE
AUNQUE TENGAS RAZON -AMALIA MENDOZA Y JOSE A. JIMENEZ
UN MUNDO RARO -MIGUEL A. MEJIA Y MARCO A. MUÑIZ
BESAR - CARMELA
Y RAFAEL
LO NUESTRO TERMINO
PIENSA EN MI
HERNAN RESTREPO DUOUE
UNICA PRESENTACION DE NUEVOS LPs PROGRAMADOS POR HERNAN RESTREPO DUQUE
DE SU DISCOTECA PARTICULAR
HERNAN RESTREPO DUQUE, creador del sello PRELUDIO. falleció en la
ciudad de Medellín, Colombia el 11 de noviembre de I991, en trágico accidente
de tránsito. Había nacido en la misma ciudad el 6 de junio de 1927.
Era considerado como el hombre más conocedor de música popular en
Latinoamérica. El que más sabía de discos y de artistas.
Incursionó en el campo del periodismo farandulero a finales de la
década del 40, en la revista Micro con Camilo Correa y en el vespertino El
Diario, con el inolvidable “Chinche” Alberto Yepes.
Fue el pionero de los comentaristas de discos en nuestra radiodifusión
con su Radiolente, fundado en 1952, en la Cadena Caracol, cuando el rey de los
disjokey de habla hispana era el chileno Raúl Matas. El programa lo pasó
después por Todelar y RCN.
El nombre de Radiolente también lo haría famoso en deliciosas crónicas
escritas para los semanarios Pantalla y Proyección, y los rotativos El Diario, El Correo, El Espectador, El Mundo y El Colombiano. Igualmente
escribió varios libros sobre música colombiana y popular.
Además, Hernán Restrepo, estaba señalado como un atildado cronista taurino. Y fueron de respeto las conferencias que dictó en diversos lugares
y países (México. Puerto Rico. Argentina) y la extraordinaria serie de
programas dominicales pasados por la emisora cultural de la Cámara de Comercio
de Medellín.
En 1953 fue contratado como jefe de propaganda de la disquera Sonólux.
para pasar poco después a dirigir la RCA Víctor en Colombia, hasta 1974.
Poseedor de valiosa colección discográfica, ideal para un museo como
lo propusimos en 1939 en el periódico Reporteros, Hernán Restrepo fundó a fines
de los años 70 su propio sello: PRELUDIO, en el que publicó unos 200 discos de
larga duración, con grabaciones de antología que adquirían ávidamente los
amantes de la música del pasado. Eran verdaderas joyas musicales.
Dos años antes de su deceso Hernán entregó el manejo de PRELUDIO a Manlió
Bedena, quién ha venido dirigiendo la empresa en forma atinada.
Y es Manlio quien lanza la idea de rendir un sonoro homenaje a la memoria
de la primera autoridad discográfica del continente con la creación de la
-COLECCION POPULAR HERNAN RESTREPO DUQUE”, con lo mejor de su archivo
fonográfico, del cual hace parte este disco, para deleite de usted y de todas
las gentes de buen gusto.
Notas escritas por OSCAR OCTAVIO PELAEZ JARAMILLO
Edificio Víctor
Para Carlos Puerta
Víctor Bustamante
Qué más podría decir, agregar, sobre la familia de Horacio
Marino Rodríguez, cómo catalogarla a la distancia, si el tiempo ha situado con
justa medida sus obras que hablan por ellos y su aporte imperecedero aun es
visible, así como esa creatividad a flor de piel, ese saber que, en el caso de
Melitón, su hermano, las fotografías dan la idea del trascurso de una ciudad
que él plasmó al comienzo con Horacio. Ya que después, cuando cada uno decidió
casarse, partieron su profesión, en el gabinete de fotografía, para buscar cada
uno un camino, y es ese camino creativo todo un reto en Horacio Marino: ser
arquitecto. La vena artística de esta familia, esa presencia, ese talento de su
padre que fue tallador de lápidas, la cercanía con Hauesler, su suegro, con la
familia Cano, algunas de sus mujeres escritoras, dan la idea del fuste de una
familia y su presencia intelectual bajo un concepto diferente que conmueve, que
llama la atención ante la sobriedad de sus vidas, ante el talento y talante de
todos ellos. Las obras son las que hablan, su idoneidad pervive. Ellos son
parte entrañable de la ciudad.
Horacio Marino fue fotógrafo, pintor y luego arquitecto
autodidacta, participó en la creación de la revista El Repertorio, escribió dos
libros: Diez y ocho lecciones de fotografía y el Libro del constructor. En 1903
creó la oficina de arquitectura HM Rodríguez e Hijos, con la participación de
sus hijos: Martín que estudió arquitectura en Estados Unidos, Horacio y Nel que
estudió arquitectura en Estados Unidos y en Francia.
La firma de HM Rodríguez establece su presencia en la
ciudad: en la remodelación del Paraninfo y de la Plazuela de San Ignacio,
diseñaron Teatro Circo España, el edificio Tobón Uribe (Farmacia Pasteur), el
edificio de Bellas Artes, el edificio Gutiérrez, el Banco Republicano, el
Palacio Egipcio, el Castillo del Poblado, el Palacio Municipal, y el Edificio
Víctor y es precisamente este edificio del cual nos ocuparemos.
Cuando se presentó la posibilidad de inaugurar el Edificio
Víctor, este acontecimiento fue saludado por la revista Progreso:
EDIFICIO VÍCTOR
Uno de los más hermosos de la ciudad, de propiedad de los
Sres. Félix de Bedout & Hijos, cuyos arquitectos fueron los H.M. Rodríguez
e Hijos.
Medellín cuenta con varios hermosos edificios comerciales,
pero entre ellos hay pocos construidos por casas de comercio para sus propios
negocios únicamente. Entre estos últimos está el edificio Víctor de Félix de
Bedout & hijos, que ellos ocupan, junto con el Edifico Bedout, con sus
extensos negocios de Droguería, Librería, Papelerías, Agencias y
Representaciones.
La severidad de las líneas del edificio se debe al estilo
netamente comercial que se adoptó. No hay a excepción de los mascarones, nada
que no obedezca a la más estricta economía, a exigencias de más pura
construcción y adaptación de materiales, los cuales están en la parte exterior,
completamente desnudos
La línea vertical domina por la forma misma del edificio,
dándole con esto un énfasis a la altura, la cual en realidad es inferior a su
apariencia. El segundo piso está soportado por dos columnas de hierro, para
lograr con esto la mayor área de vidrios en el primero, lo cual es
indispensable en un almacén moderno.
Cada piso es un solo salón, con el mínimo de Columnas, con
servicios sanitarios y de ascensor.
Es Construcción a prueba de fuego y está dotado de una
buena instalación de hidrantes. Su solidez es toda prueba: los pisos están
calculados para resistir 600 kilos por metro cuadrado.
Los arquitectos fueron Horacio M. Rodríguez e Hijos
Reciban ellos y los propietarios las felicitaciones de
Progreso por esta nueva obra que embellece. Y aprestigia a Medellín.
Aquí, en esta presentación, se mencionan los mascarones
como el único detalle que se aparta de la sobriedad del edificio. Ellos han
sido utilizados en la arquitectura con diversas significaciones. En el Art
Noveau, son los decorados más enigmáticos que presentan. Estos mascarones del
Edificio Víctor no son terroríficos, ni cómicos, ni alegres como se utilizó en
esa corriente arquitectónica. No, su autor Bernardo Vieco, les dio una
serenidad y cierto carácter de extrañeza que aún nos preguntamos en dónde reside
ese encantamiento. Él se alejó de esas significaciones que le daban para
ahuyentar a los demonios y a los malos espíritus, en esos tres mascarones buscó
su sello, ese misterio que aun pervive. Me detengo en esas esculturas por esa
desazón que causa cuando las miramos desde la calle y sorprende la seriedad de
su mirada.
El Edificio Víctor, con los años, fue conocido con ese
apelativo dado por la habladuría popular: el Edificio de las tres cabezas.
Bastaba esa señal, da un punto de localización en la calle Boyacá.
Esas tres cabezas vaciadas en cemento, que coronan el
Edificio Víctor son un enigma. Algunos afirman que se trata de tres rostros de
los integrantes de la familia Bedout, dueños del edificio; otros, según
testimonios de la época, que son autorretratos del autor, famoso por sus
pronunciadas ojeras. Bernardo Vieco, su escultor, lúcido, imprescindible y
laborioso, siempre se relega, mientras sus obras aún están presentes en
diversos sectores de la ciudad. Pueden verse en el Cementerio de San Pedro, en
iglesias, en fachadas; muchas de ellas asociadas a la cuestión religiosa. Hace
casi cien años que él esculpió estas tres cabezas y esta escultura es la que
más incógnitas causa. Junto a las tres Marías del cementerio de San Pedro se
convierten en la triada, no en vano estas tres mujeres de inmediato nos llaman
la atención. Dos de ellas miran hacia abajo como dándole cierta profundidad,
similar a los mascarones.
Félix de Bedout Moreno, el dueño del Edificio Víctor, el
magnate que deseaba darse su tono, como los otros comerciantes de la Villa,
nació en Medellín en 1868. Hijo del ingeniero francés Pablo de Bedout de
Vassal, se casó con Ana del Valle López. A los 21, en 1889, años fundó la
Tipografía del Comercio y el semanario "La Tipografía", órgano de la
difusión de la Librería Bedout. Importó de Estados Unidos una imprenta pequeña
que solo servía para imprimir tarjetas. Autodidacta, aprendió el arte de la
impresión, de revistas y catálogos. Él introdujo al país la primera prensa de
cilindro, antes sólo eran conocidas las de mano y trajo las cuñas de cierre
automático para imponer las formas y las pastas para rodillos, también debido a
su experiencia suprimió la mojada del papel antes de su impresión. Conocía
cabalmente su industria, por haber sido cajista, prensista y distribuidor en
sus talleres.
En 1914 creó la Casa comercial Félix De Bedout e Hijos, con
su hijo Pedro Pablo, luego con sus otros hijos, Jorge, Jaime, Ramón y Horacio.
Y se convirtió en distribuidor de marcas extranjeras como la Víctor, la
Remington, la Dalting. En 1903 publicó los dos primeros textos escolares de
carácter religioso, Cien lecciones de historia sagrada y el catecismo del Padre
Astete.
La calle Boyacá, sede del edificio Víctor, posee su
historia, por ahí corrió Epifanio cuando se enloqueció y salió despavorido
hacia las orillas del río. En esta calle, cerca de la Veracruz, una señora,
desvelada y sicalíptica, en las noches, anotaba la escapada de sus vecinos por
si regresaban a casa borrachos y registraba la hora. Esta calle posee las casa
de Girardot y la de Zea, y también a la salida de la librería del Negro Cano,
algunos intelectuales de su tertulia, se iban por Boyacá, al Chateclair, diagonal
al Perdón de la Candelaria, a rematar su bohemia.
En los inicios del Edificio Víctor, en el primer piso
funcionaba la Droguería Bedout. En el segundo piso un almacén de música, el
Salón Víctor, que vendía discos de la RCA Víctor. Allí, en el balcón izquierdo,
podía verse el símbolo de la RCA Víctor, el Fox Terrier, Nipper, escuchando la
voz de su amo.
En 1939 la RCA Víctor envió a Medellín una grabadora de
discos y encargaron al director artístico de Radio Nutibara, Hernando Téllez
Blanco, para que grabara algunos temas y los enviara a Estados Unidos, en donde
se prensaban los discos, sería el distribuidor exclusivo al impresor, editor y
comerciante Félix de Bedout. Esos estudios estaban ubicados en la carrera
Junín, al frente del Teatro Junín. Allí grabaron: «No quieras más corazón», de
Carlos Vieco y Santiago Vélez Escobar, «Recuerdo de amor», interpretado por
Ospina y Martínez. También allí grabaron el Trío Colombiano, Los Payadores,
Abel de J. Salazar con Eladio Espinosa y Plutarco Uquillas.
Antes, maestros como José María Tena y Pietro Mascheroni
escuchaban emisoras en onda corta desde México, y de inmediato pasaban estas
canciones a partituras para ser tocadas en sus radioteatros. Un caso curioso
ocurrió cuando una cantante cubana trajo su repertorio a la ciudad para su
debut, y encontró que aquí hacia años lo cantaban los conjuntos locales.
Ese mismo año, el portorriqueño Johnny y su grupo
estuvieron en Medellín. Aquí en este edificio, existió un encuentro entre
Johnny y Tartarín y de ahí salió una guaracha, "Los responsorios de Lola
", con letra de Libardo Parra Toro. Félix de Bedout, representante de la
RCA Víctor desde 1935, le había solicitado a Tartarín algunas canciones,
“Embriaguez de llanto” y “Son de campanas”, para entregárselas a Carlos Gardel
pero la muerte de este en Medellín llevó a que se le cedieran Agustín Magaldi.
Ya en 1940 existían en Medellín, en el Centro, ocho
emisoras, siete de las cuales tenían un carácter comercial: La Voz de
Antioquia, La Voz del Comercio, Radio Córdoba, Radio Nutibara, Ecos de
Occidente, Ecos de la Montaña y Emisora Claridad. Existía además la emisora de
la Universidad de Antioquia, Radio Universidad, y una revista memorable, Micro
de Camilo Correa.
Boyacá, hoy, ha declinado su prosapia, ya no está la
librería Don Quijote, el centro comercial la Veracruz se haya más
desprestigiado que nunca, con bodegas de afán y carretillas, y se pierde en los
arrestos de la pauperización y abandono del Centro, si antes la calle Boyacá,
en este tramo de Bolívar a la Plazuela de la Veracruz, era sitio de llegada de
viajeros, ahora en la cuadra de Carabobo hacia abajo observamos el barullo de
las ventas de todo a mil, los vendedores ambulantes y las putillas situadas en
los hotelitos, y las pensiones de ultra mala muerte.
Al declinar la industria de la música, es decir, al
aparecer otras disqueras con otras propuestas, al igual que al negocio de las
drogas adquirir otro tipo de contratación, y, sobre todo, al declinar los
negocios de la Editorial Bedout, las actividades del Edificio Víctor asumen
otro carácter. En un tiempo, en el primer piso, funcionaria la Recaudación de
impuestos, en el tercer piso una escuela de hapkido. Ahora, en esta caída
posmoderna, el Edificio Víctor, exhibe una placa de Bien de Interés Cultural,
pero ya sabemos lo que eso significa, una lápida. Ya descolgaron de la parte
alta de la fachada el aviso amarillo que anunciaba su intervención, ahora
suspendida por algo de peso, le faltaba el visto bueno del Ministerio de
Cultura, el cumplimiento de la resolución 2236 del 2008, sobre las zonas de
influencia de los polígonos culturales en este caso el de la Veracruz. En la
Curaduría Tercera, en Punto Clave, después de indagar con Faduil Alzate, no
sabían de ese requisito indispensable ya que este Edificio Víctor está
protegido.
Actualmente funciona el Centro Comercial Corona, entre el
bullicio de los altoparlantes de los vendedores, las vitrinas. El mal gusto de
esos almacenes indica la nueva preferencia del habitante de la ciudad por esos
lugares, sin aura, y ya Boyacá una calle sin aceras, queda perdida, sin su
verdadera significación.
Solo arriba del Edificio Víctor, en su silencio, las tres
caras de Bernardo Vieco, impasibles, silenciosas, y con la lama del tiempo
permanecen atentas, vigilantes.
Aquí la palabra patrimonio sabe a la desidia de lo amargo.
Bibliografía:
-Fotos antiguas de Medellín
-Archivo fotográfico BPP
-https://www.myheritage.es/photo-188_115980082_115980082/horacio-y-leon
-http://www.encuentrolatinoradio.com/2017/02/johnny-
rodriguez-cancionero-de-america.html
-Boletín Cultural y Bibliográfico: Vol. 23, núm. 09
(1986)-Arias Calle, Juan David. La industria musical en Medellín 1940-1960:
cambio cultural, circulación de repertorios y experiencias de escucha,
Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.
Tomado del blog Neonadaismo 2011