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sábado, 14 de marzo de 2015

ALFREDO SADEL -Sadel en el Tiempo 6/15 -Exitos en Cuba


Carrera Junín en un diciembre de la década de 1960.

Fotógrafo: Gabriel Carvajal Pérez.

© Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina.


Alma libre (03:01)
Cariñito (02:06)
Cuando llego a la Habana (02:42)
El cumaco (03:10)
Me voy pal pueblo (02:54)
Mientes (02:55)
Noche azul (02:57)
Para vivir (02:48)
Perversidad (02:48)
Todo al revés (03:08)
Vale más callar (02:15)
Vieja luna (02:45)
Yo (02:19)

Yo no te engañe (02:46




PERVERSIDAD


EL CUMACO


ME VOY PAL PUEBLO



Sadel: 20 años del adiós del más grande

Por Aquilino José Mata en Junio 28, 2009

Fue el primer gran ídolo de masas y el más grande cantante que ha dado nuestro país. El llamado “Tenor Favorito de Venezuela” sigue hoy en día sin rivales 20 años después de su partida. Sadel se despidió del público venezolano el 28 de junio de 1989. Pionero de la radio, el cine y la televisión, fue el más internacional de nuestros artistas del canto (en una época en que Venezuela no producía ídolos populares). Su fructífera carrera, recogida en el laureado documental que hizo su hijo, Alfredo Sánchez, titulado “Alfredo Sadel: Aquel Cantor”, le ha dado la vuelta al mundo con sus valiosos testimonios, que incluyen a artistas como Plácido Domingo, Lucho Gatica, Celia Cruz, Guillermo Cabrera Infante y Emilita Dago, entre otros. Dentro y fuera de nuestras fronteras, Sadel brilló como ningún otro vocalista criollo. Antes de él, hubo cantantes como Lorenzo Herrera, Eduardo Lanz, Graciela Naranjo, Mario Suárez, Héctor Monteverde y “Rafa” Galindo, pero fue Sadel quien impuso el bolero en nuestro país y popularizó nuestra música en el exterior. Luego de él, otros trascendieron fronteras, pero fue Sadel quien con su amplio repertorio, maravilloso registro vocal y su imponente presencia escénica se constituyó en la más alta referencia para artista alguno en Venezuela. Hoy recordamos su trayectoria en Informe21.com.


Desde su primera presentación en público en el Nuevo Circo de Caracas en 1947, cuando todavía no había cumplido los 18 años de edad, Alfredo Sadel impresionó por su portentosa voz de tenor y su estampa de galán cinematográfico. Lo tenía todo para triunfar y él estaba consciente de ello, de allí que aprovechó las oportunidades que se le presentaron para saltar del estrellato en Venezuela al éxito internacional, un camino que comenzó a recorrer en 1951, cuando es contratado por la RCA Victor para grabar en Nueva York.

Antes de aquella actuación en el Nuevo Circo, ya había ganado no poca popularidad a través de programas radiales tan sintonizados como La caravana Camel y Fiesta fabulosa. También grabó el primer disco fabricado en Venezuela, con la canción Diamante Negro, compuesta por él y uno de los hitos de su repertorio, así como el bolero Desesperanza, que le escribió María Luisa Escobar. Además, había participado en las películas Misión atómica -junto a Amador Bendayán- y Flor del campo.

Con este bagaje, Sadel viaja a Nueva York y sus primeras grabaciones con la RCA Victor las hace bajo la dirección musical de Aldemaro Romero, otro venezolano que en esa época comenzaba su proyección internacional desde aquella ciudad. Paralelamente, se presenta en el Chateau Madrid, el cabaret por donde pasaban las luminarias hispanoamericanas más famosas de entonces. Su éxito fue tan resonante, que estuvo allí durante tres meses.

Tal acontecimiento llamó la atención de Ed Sullivan, el animador más importante de la televisión estadounidense, quien lo invitó para una de las emisiones de su show diario, que se transmitía de costa a costa. Allí, el tenor venezolano interpretó el clásico italiano Matinata, con arreglo de Aldemaro Romero, episodio que aparece en el excelente documental Alfredo Sadel: aquel cantor (1999), dirigido por Alfredo Sánchez, hijo del vocalista.

Luego vendría la consolidación de su idolatría en la América de habla hispana. Se presenta por primera vez en Cuba en 1955, en donde se volvieron locos con él y prácticamente se rindieron a sus pies. Tuvo su propio show de televisión, hizo Mi canción y Fiesta latinoamericana, elepés que rompieron todos los records de difusión y ventas establecidos para entonces para un artista de esta parte del Continente, y hasta grabó a dúo con el gran Benny Moré el bolero Alma libre.

En México no tardó en ser ídolo de multitudes, así como también en Colombia, Argentina, Puerto Rico, la República Dominicana y el resto de Latinoamérica. En la nación azteca hizo numerosas películas que refrendaron su popularidad.

Cuando en 1961 decide -en plena cúspide de la fama- dejar la canción popular para dedicarse al bel canto, iniciaría en esta faceta otra racha de éxitos internacionales, en escenarios como el Carnegie Hall de Nueva York, el Teatro Colón de Buenos Aires, el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México y la Scala de Milán. Es el primer venezolano en cantar en la desaparecida Unión Soviética, donde hizo frecuentes giras como intérprete de óperas como La Bohème, Tosca, Rigoletto y La Traviata.

Sin duda, Alfredo Sadel fue nuestro primer ídolo de exportación, con una carrera fulgurante y eminente, dentro y fuera de Venezuela, y sigue presente tanto hoy como ayer en miles de corazones latinoamericanos.

AQUILINO JOSÉ MATA

Informe21.com

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