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martes, 16 de noviembre de 2010

ANGEL VARGAS - El Ruiseñor de las calles porteñas

Muerte de Carlos Gardel y de de otras personas el 24 de junio de 1935. Medellín.


LADO 1
1 - ZAPATITOS DE RASO - Milonga  - F. Caprio - J. Dragona
2 - CASCABELITO - Tango  J. Caruso - J. Bohr
3 - NUNCA MAS                Tango     O. Lomuto - F. Lomuto
4 - EL CHOCLO - Tango               E. S. Discépolo - C. M. Catán - A. Villoldo
5 -CARNAVAL DE MI BARRIO - Tango Luis Rubistein
6 - PIEDAD – Tango  L. de Biase

LADO 2
1 . QUIEN TIENE TU AMOR - Tango  Leopoldo Díaz Vélez  
2 - CUARTITO AZUL – Tanqo  M. Batlistella - Mariano Mores      
3 - CICATRICES – Tango  E. P. Maroni - A. Avilés
4 - LANGOSTA – Tango                J. A. Bruno - Juán de Dios Filiberto
5- REJAS Y GLICINAS – Vals   C. J. Vidal - U. Menti - S. Saúco
6 - MORENITA MIA Tango  E. Cadicamo.




QUIEN TIENE TU AMOR


EL CHOCLO


CICATRICES




Pocos cantantes se han identificado tan plenamente con Buenos Aires como este  Ángel Vargas, calibrado por los expertos más exigentes del tango con la misma magnitud de un Magaldi, de un Corsini, de un Fiorentino, de todos esos que han seguido a la eternidad al maestro inconmensurable: Carlos Gardel.

Y es que el acento porteño en la voz de Ángel Vargas, su apostura, su sentido profesional, la emoción de su repertorio, todo,' todo, evocaba en él la típica estampa del bohemio de barrio.

Ángel Vargas irrumpió en el mundo de la canción argentina con fuerza estelar como vocalista de la Orquesta típica de Ángel D' Agostino. Y con ella hizo toda una época de la canción ciudadana, desde 1932 hasta 1947.

Fueron los favoritos absolutos del Buenos Aires bailador y milonguero y retrataban en sus interpretaciones cada barrio, cada personaje, cada suceso que conformaba la gran ciudad, tan feliz entonces, en pleno auge, cuando se fue desenvolviendo como la gran Metrópoli de América Latina.

Ángel Vargas nació en la Capital Federal el 22 de Octubre de 1904 y se llamaba en realidad José Lomio Michelli.

El seudónimo nació en parte como un homenaje a su poeta favorito, el colombiano Vargas Vila.

En la bravía barriada del Parque los Patricios, uno de los más típicos lugares del Buenos Aires de siempre, donde nació, transcurrieron los primeros años del hijo del “taño" Salvador Lomio y de su esposa, Magdalena Michelli de Lomio.

Eran los tiempos, 1910, de los payadores que improvisaban versos con música en los cafetines suburbanos. Y alboreaba el auge de Gardel-Razzano.

Fue así como el futuro" ruiseñor" a quien ya desde entonces le gustaba cantar, aprendió a entonarse con los versos amorosos de Andrés Cepeda y de Betinotti.

Su familia se trasladó a Avellaneda y Ángel se colocó en un frigorífico para ayudar a la manutención de los suyos, actuando también como futbolista en los días libres.

A los 20 años de edad, animado por el éxito ante sus compañeros de trabajo se metió de lleno en el tango, presentándose en clubes modestos con acompañamiento de guitarras. Y tres años más tarde se incorpora como cantor de un cuarteto típico dirigido por Armando J. Consani y hace una jira con ellos por la localidad de Tandil.

 Con este grupo, denominado Cuarteto Consani, Ángel Vargas habría de hallar además de bien ganadas ovaciones, el punto decisivo de su carrera artística.

Fue en Quilmes, después de una serie de tangos que interpretó durante la entrega final del baile, donde halló a un pariente de Paulina y Berta Singerman, quien entusiasmado prometió conectarlo con Ángel D'Agostino, cuya orquesta acompañaba desde el foso a una importante compañía teatral.

Vargas pasó la prueba con calificación sobresaliente y se incorporó a D' Agostino.

Eran los tiempos en que las orquestas típicas, y las bandas de jazz, denominadas también "características", actuaban en los entreactos de las compañías teatrales y animaban la oscuridad de los salones cinematográficos cuando el cine era mudo.


Era ese el trabajo habitual de D- Agostino y sus muchachos, y era en esas actuaciones donde Ángel Vargas iba plasmándose como ídolo absoluto del tango.

Unos meses antes. Ángel Vargas había colaborado también brevemente con el conjunto típico Lando - Mattino, desde el escenario del Café Mazzoto, y en algún paréntesis de su actuación con D' Agostino ingresó a las huestes de José Luis Padula con quien hizo, según parece, sus primeras incursiones discográficas.

Sin embargo fue en 1939 cuando grabo su primer disco como solista, para la RCA Victor.

En el mes de abril de 1939, Ángel Vargas hizo un disco de prueba en los tiempos de la Orquesta Típica Víctor: "Milongón" y "La Bruja", el primero acompañado por la celebrada agrupación orquestal estable de la grabadora y el otro con respaldo de guitarras No pasó nada.

Hasta el año de 1940, cuando, consagrado el conjunto por los éxitos continuados que obtenía en las noches del Chantecler, y teniendo en cuenta que todo  Buenos Aires se hacía lenguas de los dos "ángeles" que le habían nacido al tango en  aquel local inolvidable. Radio El Mundo y la RCA Víctor los presentaron con carácter  estelar. ''Muchacho" y "No Aflojes", los tangos que marcaron el debut de Ángel  Vargas y Ángel D' Agostino en el mundo fonográfico, hicieron un disco dóbleme histórico. Por las ventas que subieron a una cifra inconcebible y porque fue el principio de una era del tango. Tras ellos, vinieron, "Adiós Arrabal", "A pan y agua" esquinas" “Tres esquinas” y muchos otros que conforman parte valiosísima del archivo de oro de nuestra marca. Fecha de aparición: 13 de noviembre de 1940.

La sociedad finaliza en el año de 1947 al regresar de una jira por la región cuyana. Y en 1948, con su propio conjunto dirigido por el bandoneonista Eduardo del Piano, graba en su nueva etapa para la Víctor el tango "Se lustra señor", principio de nuevas y felices actuaciones grabadas.

Armando Lacava, Toto D'Amario, Luis Stazo y José Libertella son posteriormente,  los directores de su conjunto.

A fines de junio de 1959. Ángel Vargas graba su último disco. “La Cieguita” y ''La Porteñita", tango y milonga respectivamente. Había proyectado hacer un nuevo  Long Play con el guitarrista Roberto Grela cuando lo sorprendió la muerte.

En pleno apogeo. Cuando Buenos Aires entero lo aclamaba noche a noche a donde quiera que actuaba. En el medio día el martes 7 de julio de 1960, en el Sanatorio Bosch y en el preciso instante en que se le practicaba una intervención quirúrgica.

Efectivamente.

Tras de 15 años de actuación triunfal como vocalista independiente, Vargas figuraba todavía, según las encuestas de revistas especializadas, entre los cinco primeros y más gustados intérpretes de la canción ciudadana.

Había ido, en realidad de superación en superación. Su modalidad se había estilizado, y su voz, siempre potente, lucía impresionante en los matices y pianísimos que lo distinguieron.

Su repertorio, en un alto porcentaje, estaba compuesto de tangos que evocan sitios típicos del Buenos Aires de ayer, o personajes del arrabal porteño o momentos determinados de la vida de la gran ciudad.

"Zapatitos de Raso" es la milonga florida a la muchacha Cabaretera, bullidora y gentil. "En Cascabelito" y en "Carnaval de mi barrio" evoca las fiestas de principio de año, los célebres "carnavales" que configuran uno de los aspectos más pintorescos del Buenos Aires tradicional. El "Langosta" es el matón arrabalero que parece escapar de una vieja estampa de los veintes. En "Cuartito Azul", página maestra de  Mores, aparece pintado con trazos de amargura ante el cambio de vida, la buhardilla bohemia. "El Choclo" es un himno al tango. "Cicatrices" el tango clásico." Rejas y glicinas", el canto a la sentimental serenata de ayer. En "Piedad" .ay una cálida evocación del amor de la mujer por su hombre. Y "Quién tiene tu amor", uno de los últimos que grabó y "Morenita Mía", fueron, con "Nunca más", creaciones que le valieron a través de su vida artística, ovaciones sin cuento.

Poco tiempo después de aparecido en Buenos Aires este L.P, ocurrió su lamentado deceso. Aquí había dejado un recuento de sus éxitos favoritos. La consagración de su estilo, de este tango que en su voz sabe más a tango.

Escúchenlo bien, Vale la pena regodearse con la exquisitez de este intérprete. Gustar sus finales, su delicada media voz, la riqueza de expresión que había en Ángel Vargas.

Nota: Hernán Restrepo D.

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