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viernes, 26 de noviembre de 2010

ALBERTO GOMEZ VOL 3 - En su época de oro

                                      Casa gardeliana. Medellin.


NOCHE DE ABRIL - Zamba E. Santos Discépolo
NINGUNA - Tango K. Manzi - J. Fernández Siró
JULIAN CENTEYA - Milonga Julián Centeya - J. Canét
OTRA NOCHE - Tango Rodolfo Sciammarella
EN UN BESO LA VIDA - Tango H. Marcó - Carlos di Sarli
AHORA NO ME CONOCES - Tango G. Giampe - A. Baglitti
EN ESTA TARDE GRIS - Tango J. M. Contursi - Mariano Mores
UNO - Tango E. Santos Discépolo
CHARLEMOS - Tango L. Rubinstein
ISLA DE CAPRI - Tango A. del Valle - Crosz
YIRA YIRA - Tango E. Santos Discépolo
GARUA - Tango E. Cadícamo - Anibal Troilo




CHARLEMOS


ISLA DE CAPRI


YIRA YIRA





La vigencia de Alberto Gómez como cantor popular data del año de 1.931 aproximadamente.

En la época en que la industria del disco comienza a salir de la infancia. Al sonido de las victrolas antañonas comienza a reemplazarlo el sonido eléctrico que en aquellos felices tiempos significó más o menos lo que la ALTA FIDELIDAD de nuestros días.

Mercedes Simone, Libertad Lamarque y el dueto integrado por Agustín Magaldi y Pedro Noda formaban ya en la lista de los grandes valores del tango, junto a Carlos Gardel. En Europa hacían sensación las canciones de Irusta, Fugazot  y Demare mientras el zorzal criollo hacía sus pinitos cinematográficos.

Gómez y Vila, que se llaman en realidad Alberto Audcci y Augusto Viccntini, entran en sus tonadas campaneras y sus canciones a "sotto vocce" a cultivar un género que América entera comienzan a aplaudir.

Y junto al tango, la canción de moda, el fox picaresco y la emoción de un pasodoble de estilo americano, con raras leyendas de gitanería enmarcadas por la jazz de Alfredo Carabelli.

Vocalista de ese conjunto era Alberto Gómez, quien por entonces usaba el seudónimo de Nico. Hijo de inmigrantes 'italianos  y discípulo del maestro Antonio Godegoni había debutado a los 17 años de edad en el teatro Apolo de la Calle Corrientes. "Pedacito de Sal" llamaba el pasodoble que marcó su primer encuentro con el público. Y un conjunto de guitarras le acompañó.

Los surcos fonográficos registraron por primera vez la voz de Alberto Gómez con la canción de Santos Discépolo, de quien habría de ser intérprete insustituible, "Soy un Arlequín".

Muerto Gardel el cetro del tango queda en manos de Magaldi, quien no tarda en seguir a su compañero inolvidable. Ignacio Corsini queda un poco al margen, dentro de su indiscutible jerarquía. Y Alberto Gómez, Charlo y Agustín Irusta constituyen la que habría de ser la segunda gran trilogía.

Y coincide precisamente con un momento sui-géneris del tango argentino.

Las letras de los tangos adquieren una nueva dimensión. Dejan de ser, simplemente, himnos arrabaleros y se convierten en exquisitas páginas de arte menor con carácter internacional.

Desaparecen casi por completo los modismos. Se enjugan las lágrimas y se hacen discretas y suaves.

El tango deja de ser la obsesión del amante engañado por convertirse en novio enamorado.

Alberto Gómez se ha renovado también. Su voz tiene el mismo sabor de antes, pero el estilo se ha repulido, se ha puesto a tono con la época. Puede equipararse lo mismo a los grandes boleristas que hacen los éxitos del momento, y sin embargo sostiene el deje porteñísimo que lo hizo famoso.

Su fama se ha extendido por todo el continente.

Y va a Cuba, en donde graba, precisamente, 10 de los números  contenidos en este disco que significan, ni más ni menos. lo mejor de ese momento en materia de música argentina.

Y se han incorporado a la antología del tango por derecho propio.

José Canet, ilustre autor y extraordinario guitarrista que fue el acompañante oficial de Alberto Gómez durante muchos años, lo respalda en dos de estas grabaciones, "Noche de Abril", la inmensa zamba de Discépolo de la cual había hecho ya una grabación anterior en Buenos Aires, que fue superada por esta. Y en "Julián Centeya", en honor de uno de los más célebres hombres de tango de Buenos Aires.

Las otras dos, "Isla de Capri" y "Yira Yira", pertenecen a dos épocas distintas de la vida artística de Gómez. La primera, cuando se había internacionalizado en tal forma que hasta "los tangos europeos precisaban su colaboración. La otra a los primeros tiempos de su actuación como artista del disco. Cuando era el intérprete ideal, preferido, por Santos Discépolo.

Ahí tienen pues un resumen musical de una de las más grandes figuras que en el tango han sido. Alberto Gómez.


Selección y notas Hernán Restrepo Duque.

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