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viernes, 17 de septiembre de 2010

BRICEÑO Y AÑES - Aquellas Canciones

Iglesia La Veracruz 1912.


                                Posteado de 78rpm33rpm




L A D O 1
LIMOSNA DE AMOR – Pasillo C. Maquilón Orellana - N. Safadi
MORENA MIA - Canción Colombiana Armando Villarraal
EL ROSAL ENFERMO - Canción Yucataca Lázaro Sánchez Pino - R. Palmerln
COMO OLVIDARLA – Bambuco Wills
FULGIDA LUNA - Pasillo Colombiano Dal Folklore
ARRIEROS SOMOS – Corrido Raúl Castall

L A D O  2
SUEÑO Y DICHA Nicasio Safadi
TRAPICHERO – Bambuco José Valásquez Garda - Luis F. Bermúdez
EL JACALITO Raúl Castall
 MIS FLORES NEGRAS - Pasillo Colombiano Julio Flores - A. M. Loreto
CUANDO TU ME DEJES – Danza A. Alzate Giraldo - L Parra Toro
TRISTE ANTIOQUEÑO – Bambuco A. Alzate Giraldo - L Parra Toro

SUEÑO Y DICHA MORENA MIA LIMOSNA DE AMOR
El Bogotá de principios del siglo tenía menos edificios con ambiciones de rascacielos.
No existían ni la Avenida Caracas ni los puentes famosos de San Diego.
Jamás sonaron los románticos tertuliantes de los viejos cafetines de la plazuela de Las Cruces, y de los piqueteaderos de moda, que algún .día habría de levantarse el hotel Tequendama, para gritar salves al progreso.
El frió bogotano tenía sabor de poema julioflorezco y de pasillo elegante y dulzarrón.
En ese ambiente de coplas y guitarras, tiples y violines y amanecidas poéticas, fueron pasando los primeros años de Jorge Añez, hijo de Julio, periodista de primerísimo orden, autor, entre otras cosas, de la compilación titulada "Parnaso Colombiano", que fue considerada en aquellos tiempos como una especie de "Biblia Poética".
Acontecimiento trascendental en la vida de Jorge Añez fue su conocimiento personal con Justiniano Rosales, hermano de uno de los más importantes músicos colombianos de todos los tiempos, Eustacio, quien se radicó desde su juventud en los Estados Unidos en donde llegó a ser organista de la catedral de San Carlos Borromeo, de Chicago.

Justiniano regresaba de los Estados Unidos a donde había ido a gravar discos con Daniel Uribe, -los primeros discos de música colombiana que se hicieron en el mundo-, luego de una vida aventurera y loca, que lo llevo hasta ser secreto privado del general Rafael Uribe Uribe.

Seguir esa vida trashumante era lo que quería Rosales. Y comenzarla, el deseo de Jorge Añez..

Se pusieron pues de acuerdo los dos muchachos, y liaron bártulos a mediados del año de 1917.
Y juntos se fueron por el mundo, hacia el Norte con la vista puesta en los Estados Unidos.
Rosales y Añes constituyeron asi uno de los primeros  y más famosos duetos da que se tiene notícia en la historia de la música nacional.

Y encontraron en su jira, gentes que vale la pena recordar.

 A Miguel Ángel Osorio, al inmortal poeta Barba Jacob en San Salvador primero y luego en México, en donde los conectó con gentes como Amado Ñervo, Luis G. Urbina. y el poeta hispano Francisco Villaespesa.

En San Salvador también a Luis Felipe Moreno, quien fuera compañero de Pelón Santamarta.

A Ignacio Afanador, antiguo miembro de la Lira Colombiana de Morales Pino, en Guatemala. Afanador se unió a ellos. Y el dueto de Rosales y Añez se convirtió en el Trío Colombiano. El grupo hizo triunfales actuaciones en la nación azteca en donde las canciones colombianas, sembradas por trovadores inolvidables, como Pelón y Marín, Ferruccio Benincore y Luis Felipe Moreno, eran auténtica atracción.

La casa Víctor de Nueva York los hizo ingresar a su elenco. Y en cuanto finalizó el contrato de grabaciones el dueto se desintegró. Rosales ingresó a una compañía de opereta y Añez se dedicó a estudiar el idioma inglés, interno en una escuela especializada y aislado totalmente de las colonias hispanas.

Al salir del colegio dos años después, otro hecho trascendental ocurrió en la vida de Jorge Añez.

Encontró a un viejo amigo, a quien había conocido en Panamá, cuando aquél era primer tenor de la ópera panameña y el trovador bogotano viajaba cargado de bambucos en busca de la consagración norteamericana: Alcides Briceño.

. Y Halló nuevamente en su camino a Alcides Briceño. Pero tropezó también con otro bogotano. Carlos Molina y con el cantante y guitarrista mexicano Manuel Valdespino
.
De estos encuentros sucesivos resultó un cuarteto que bautizaron, en inglés y todas esas cosas. "The Shouth American Trobadours". Un circuito teatral los contrató y recorrieron toda la Unión y Panamá.

Su crédito figuró en importantes marquesinas, y en las carteleras inaugurales de teatros como el New Orpheum Theatre. de Los Ángeles. California, el 15 de febrero de 1926 y el Zieqfeld Theatre. de Nueva York, sexta avenida con calle 24. en donde el 2 de febrero ce 1927 actuaron como parte de una revista que habría de hacerse “clásica”: RIO RITA.

De cuarteto se desprendió el  dueto de Briceño y Añes.

Por un año los contrató como artistas exclusivos la Víctor, compromiso que significaba una consagración internacional por la publicidad  extraordinaria que se hacia  en ese momento. La distribución completísima de sus grabaciones en todo el mundo, y la compañía de las figuras mas importantes del arte  popular.

Eran los días de apogeo dé Moriche y Utrera, de Juan Pulido, de Margarita Cueto y de Magaldi-Noda.

Briceño y Añez grababan con acompañamiento de la Orquesta Internacional que dirigía el maestro Nathaniel Shdkret y de la Estudiantina Añez. para la cual arreglaba especialmente el cantante bogotano. Y en donde figuraban entre otros, el violinista argentino Eduardo Zito, y El Negro Ernesto Boada. Posteriormente director de  la orquesta de Radio Caracas y de la Radio Nacional, de la misma capital venezolana.

La Estudiantina Añez hizo historia en el mundo diplomático latinoamericano de esos felices tiempos, con sus actuaciones en el Café Sevilla, de la Quinta Avenida, a donde solía asistir el doctor Enrique Olaya Herrera, quien siempre recordó aquellas noches con singular cariño.

Precisamente a Olaya Herrera fue dedicado el último disco que grabaron Briceño y Añez para la Víctor. Una larga canción sobre los sucesos internacionales que afectaban al país - aquel absurdo conflicto con el Perú, que apareció con dos caras con la bandera colombiana impresa. 

A fines de 1933, Jorge Añes regresó al país, Alcides Briceño, quien nunca conoció a Colombia, en donde se le quiso tanto, se quedo en Nueva York. Nunca más a partir de 1952, cuando Jorge Añez nos que estaba residiendo en Panamá, supimos de él.

En el teatro Faenza, el célebre compositor y cantante se presentó con gran éxito, cantando como solista. Pero su viejo Bogotá  había muerto, y la nostalgia no lo abandonó ya nunca.

Aún formó un tercer dueto, con Estanislao Ferro, y con él recorrió el país y algunas naciones vecinas entre ellas Ecuador, en donde compartió con Ibañes y Safadi, los grandes artistas de ese país –de Nicasio Safadi, compositor, fueron Briceño y Añez extraordinarios intérpretes - y al regreso, un año después, se dedicó de lleno a otra clase de actividades. La de radioman, con una emisora, Ecos del Tequendama, de donde habria de salir años mas tarde la HJCK, orgullo de Bogotá de hoy. Y a la de escritor. Un libro polemico, “De la Vorágine a Doña Bárbara", y un histórico que es el más importante estudio publicado en torno a la canción colombiana, "Canciones y Recuerdos", quedaron como muestra de sus triunfos literarios. Un segundo tomo de las "Canciones y Recuerdos" quedó inédito. Y ojalé se recobre algún día para bien del arte típico nacional.

Jorge Añez tuvo en sus últimos años carácter de reliquia.

Recién llegado de los Estados Unidos solía vérsele en las tertulias del Bar Chateau. en la calle 13 entre carreras séptima y octava, propiedad de Jorge Bernal Rojas (El Chato), sitio de reunión de los inolvidables trovadores Wills y Escobar. Con Alejandro Wills cantó a dúo Bernal. a la muerte de Escobar.

Compañera inolvidable de sus últimos años fue doña Mercedes González, con quien contrajo matrimonio en Bogotá. "Mi dulce media naranja", la llamaba el ilustre artista. Y era un pozo de miel esta mujer maravillosa con quien compartimos, invitados por Añez y por el periodista Alberto Yepes. noches que grabaron en la memoria la figura amable, el gracejo sencillo y querido de quien fue una auténtica gloria del criollismo.

A los 59 años de edad, el 22 de julio de 1952. Jorge Añez falleció en su adorada Bogotá.

Y al cariño con que ha conservado su antigua discoteca, parte apenas por desgracia de la abundante discografía de Briceño y Añez debemos el regreso de estos viejos discos de antología que durante años alentaron, con carácter de joyas imposibles de adquirir a las nuevas gentes, en las viejas tiendas de las veredas suburbanas. En las "Catedrales" de la música popular, que hacen gratas las noches en los barrios del viejo Bogotá o en la calle Maturin de Medellín. en donde el "Málaga", el "Idilio". y otros centros semejantes., guardan permanente homenaje a la música de ayer.

Feliz reencuentro este con Briceño y Añez pareja musical que se identifica con los mejores de la música nacional.

Tonadas que son toda una época.

Canciones ecuatorianas y mexicanas. Colombianas y argentinas. De todo grababan Briceño y Añez. Lo que la Victor les encargaba, por encargo, a su vez. de los distribuidores de sus discos en el continente, en donde las grabaciones de Briceño y Añez tenían extraordinaria cotización.
Música incorporada al recuerdo. Hecha recuerdo, oración y caricia.

Selección y Notas HERNAN RESTREPO D.

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